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El Presidente de México recientemente decretó “el fin de la época neoliberal”. Pero ¿es posible terminar con el neoliberalismo por decreto? No se puede, porque el desmontaje del citado modelo económico no deviene de un acto volitivo, sino de un proceso político que implica la participación de una serie de factores determinados por la realidad económica y social.
El neoliberalismo –economía de mercado o de libre competencia, rara vez llamado capitalismo neoliberal– sostiene que el bienestar del individuo consiste en no restringir el libre desarrollo de sus capacidades empresariales en un marco institucional caracterizado por el derecho a la propiedad privada y al libre mercado, donde el papel del Estado es garantizar el desarrollo de estas prácticas.
El neoliberalismo se gestó en el seno del Estado de bienestar. Surgió como una necesidad de supervivencia del sistema capitalista. Ya no es un secreto que la economía capitalista, por su lógica de máxima ganancia, su dinámica de producción y distribución de la riqueza, genera constantemente crisis que la obligan a mutar para sobrevivir: entre 1930 y 1970 implementó el Estado de bienestar y de 1970 hasta nuestros días ha aplicado el neoliberalismo. Durante la vigencia del Estado de bienestar, las condiciones de vida de la clase trabajadora mejoraron mediante el incremento de sus ingresos, derechos laborales, una mayor oferta de servicios de salud, educación, etcétera.
Recurrió a este modelo esencialmente por dos razones: 1) La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) pesaba como espada de Damocles sobre las cabezas de las grandes potencias occidentales y 2) porque solo incrementando la capacidad de compra de las clases trabajadoras podía echarse a andar de nuevo la economía mundial; ésta fue la “genial” solución de Keynes a la crisis de los años 30. Pero este modelo económico llegó a su agotamiento en la década de los años 70 del siglo pasado.
Ya en este periodo, la primera ministra de Inglaterra, Margaret Thatcher y el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, pusieron en marcha una “crítica” hacia el “excesivo papel del Estado en la economía y le atribuyeron la responsabilidad del pobre crecimiento económico ¿Era culpable el Estado? No. Una vez terminada la reconstrucción de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, terminó el periodo de crecimiento económico; si el capitalismo no invierte sus ganancias en un nuevo proceso productivo, muere; y en la década de los 70 el mercado se agotó porque los recursos son finitos. Entonces sus dirigentes se plantearon la pregunta: ¿Hacia dónde ir? Básicamente, decidieron dar un giro hacia la globalización –el libre tránsito del capital en el mundo, pues faltaba abrir los mercados en el Medio y el Lejano Oriente y en los países socialistas–; quitar poder al Estado sobre la economía, disminuir salarios y abandonar la política del pleno empleo. Ésos fueron y siguen siendo los ejes del neoliberalismo.
En México, la justificación para cambiar el modelo fue la crisis de la deuda en la década de los años 80, causada por la protección que el Estado brindaba a la industria. Se implementó así la política de venta de empresas públicas hasta llegar a las recién concretadas reformas estructurales –en el sexenio pasado–, al salario real que está estancado y a una economía donde el Estado no dirige ésta y solo es garante del marco constitucional.
Es cierto que después de 1970 la economía mundial logró salir a flote –a la mexicana no le fue bien– pero terminó por colapsar en 2008; y todavía hay indicadores que hablan de que no han pasado sus efectos, pues muestran un lánguido crecimiento y se pronostican más reducciones.
¿A qué se refiere el Presidente cuando afirma que se acabó el neoliberalismo? ¿A que México se sustraerá de la economía mundial, donde lo que domina es el libre mercado? ¿Tiene el gobierno en turno una política económica orientada a la creación de un mercado interno vigoroso en México, de la que hasta ahora se desconozcan las principales líneas de acción? ¿El salario real de México –sí, el salario real, no el mínimo– es el que el trabajador mexicano necesita? ¿Hay una política de pleno empleo de la que no estemos enterados?
¿Se acaba con el neoliberalismo por decreto? No, definitivamente no. Queda claro que hay más circo que una realidad en la afirmación del señor Presidente. Para acabar con el neoliberalismo hace falta una fuerza social organizada y con capacidad política para plantear un plan económico serio, donde lo primordial sea la satisfacción plena de las necesidades sociales y no la máxima ganancia.
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Escrito por Rogelio García Macedonio
Licenciado en Economía por la UNAM.