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La geopolítica estadounidense se ha expresado con intensidad para restablecer su lánguida preeminencia en América Latina y el Caribe. Con su Doctrina Monroe del Siglo XXI aspira a cerrar espacios a China, Rusia, Irán, incluso a sus socios europeos. Éste fue su plan en la Décima Cumbre de Líderes de América del Norte, por lo que México debe decidir si será el ariete de ese enemigo histórico o tutelará los intereses de nuestra América.
Ante el cambio de vientos geopolíticos que ahora giran hacia la multipolaridad, Estados Unidos (EE. UU.) despliega su estrategia dual: diplomacia y amagos para restaurar su hegemonía en el resto de América a partir del río Bravo. Así pretende diluir los efectos de la sádica y sistemática expoliación y despojo de sus empresas trasnacionales con la servil anuencia de oligarquías y élites regionales.
Al soslayar que el orden global y regional cambió significativamente desde la pasada cumbre tripartita (noviembre de 2021), la superpotencia alentó dos fórmulas neocoloniales en la décima reunión entre los jefes de Estado de América del Norte (9-11 de enero), celebrada en la Ciudad de México (CDMX).
Una fue profundizar la integración económica en América del Norte; y la otra “ayudar” a países al sur del río Bravo. La idea integradora exhibe la contradicción del capitalismo internacional con la nueva realidad geopolítica global.
Acorde a su tendencia hacia la acumulación económica, este sistema ignora la impune depredación sociopolítica que causa y pretende unir los intereses del norte explotador con los recursos y bienes de México, puente histórico con la expoliada América Latina y el Caribe.
De ahí que Washington opte por utilizar el eufemismo integrar, que el diccionario de la Real Academia Española (RAE) define como “constituir un todo” o “aunar, fusionar dos o más partes divergentes entre sí, en una sola que las sintetice”; y no utilizar el término “absorción”, que según la RAE tiene un significado enteramente distinto y apegado a la realidad.
Del atropello a visas por conveniencia
Días antes de celebrarse la Décima Cumbre, el gobierno de Joseph Biden anunció un programa de “visados humanitarios” para migrantes de tres países con cuyos gobiernos difiere políticamente: Cuba, Nicaragua y Venezuela. Explicó que lo hacía por razones “humanitarias” ante la saturación de la frontera con México y debido a la decisión del Tribunal Supremo (TS) por mantener el polémico Título 42 creado por el gobierno de Donald Trump para expulsar a inmigrantes indocumentados sin proceso hacia México.
Esta ley, de índole sanitaria expedida en plena pandemia durante 2020, viola el derecho internacional, pues exime a menores y ucranianos.
El dictamen del TS, adoptado cuatro días antes de finalizar 2022, dejó en el limbo a cientos de personas concentradas en la frontera con México y respondió a la petición de 19 fiscalías estatales, cuyos razonamientos se escucharán a partir de febrero.
Como candidato, Biden ofreció desmantelar esa norma y no lo hizo. “Es un abuso de la autoridad sanitaria que viola el derecho de asilo”, afirmó la analista Catherine Rampell, en The New York Times. La organización Hope (Esperanza) estima que ahora los inmigrantes de otros países se expondrán más al buscar zonas de ingreso con mayor riesgo, cuando al iniciar 2023 miles intentaban cruzar hacia EE. UU.
El control del capital corporativo sobre la región avanzará, si se profundiza el proceso de integración entre las tres economías; porque la diferencia económico-social entre estos actores es colosal y porque pese a sus dificultades EE. UU. aún es la primera economía global, Canadá la décima y México lucha por dejar el sitio 16 después de que en el pasado llegó a tener el sitio 13.
Perpetuar la dependencia
Dos fueron las propuestas de México en la cumbre. La más publicitada es el llamado Plan Sonora que, en términos geopolíticos, permite el usufructo del litio nacional en favor de EE. UU. y contra China. Sacar de la ecuación de diversidad económico-comercial al socio estratégico que representa el coloso asiático, impedirá la soberanía energética de nuestro país y perpetuará la dependencia tecnológica mexicana.
Esta medida pondrá a disposición del capital anglo-estadounidense el estratégico litio mexicano. Se argumenta que la operación de la firma asiática Ganfeng Lithium Co. –líder global en producción de baterías eléctricas– obstaculiza la integración con EE. UU. y Canadá porque es ajena al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC).
Sin embargo, hace tiempo que Ganfeng opera una mina en Sonora después de adquirirla a la anglo-canadiense Bacanora Lithium. Al parecer en Palacio Nacional no hay visión geopolítica para considerar la ventaja de mantener esa relación con el coloso global y prefiere favorecer a las firmas de EE. UU.
El Plan Sonora beneficiará, en primer término, al estado fronterizo estadounidense de Arizona, gobernada hasta hace semanas por el empresario republicano Douglas Ducey y ahora por la demócrata Katie Hobbs. El capital industrial de esa entidad será beneficiario del litio mexicano, con el que potenciará la producción de autos eléctricos.
El gobierno mexicano justifica tal acción con el argumento de que con el T-MEC, EE. UU. invertirá en infraestructura en la frontera norte y ayudará a Sonora con más inversiones e intercambios comerciales. Todo indica que, para los estrategas mexicanos, este plan es el único con el que se pueden atenuar las críticas de EE. UU. a sus políticas energéticas, a pesar de que profundizará su dependencia.
Socavar a la región
El otro plan del Gobierno Federal, la Alianza para la Prosperidad de los Pueblos, tiene alcance subregional y, desde una mirada geopolítica, sirve a los estrategas de la Casa Blanca en su pretensión de socavar la integración latinoamericana.
Por un lado, atiende la urgencia del capitalismo estadounidense de salir al paso de la emergente “segunda ola progresista” regional, que hoy protagonizan izquierdas cada vez más heterogéneas, moderadas, pragmáticas y acompañadas de la centro-izquierda regional. Este nuevo tablero exhibe el fracaso de sus políticas, corporaciones y políticos neoliberales.
La elección de iniciativas antisistema se explica por sus programas de reducción de pobreza, desigualdad, deuda y baja de ingresos, con más inversión en salud, educación, vivienda y servicios públicos a partir de una mayor cooperación regional.
Ya se instalaron gobiernos de izquierdas en Argentina, Chile, Colombia, Bolivia, Brasil, Honduras, Nicaragua y Perú con el legado de la Revolución Cubana, al que también se suma la Revolución Bolivariana. Todos repudian la idea de ser el patio trasero de EE. UU. y priorizan la autodeterminación con estrategias de integración y cooperación.
Para impedir ese escenario, el gran capital concreta la integración comercial entre EE. UU., México y Canadá y pretende extender ese modelo hacia América Latina y el Caribe. Con ello se plantea socavar los proyectos de integración y autodeterminación en nuestra América bajo el ideal de un polo regional independiente para la hegemonía global y un mundo multipolar, explica Aída García Naranjo.
Sin embargo, el apremio estadounidense por mantener su control regional se ha traducido en la intención de dominar todo el espectro de su compleja relación con México. En principio usa la histórica cercanía de nuestro país con gobiernos progresistas y antihegemónicos para convencerlos de la conveniencia de crear un enorme mercado común continental.
El modelo es la Alianza para el Progreso, ideada por los estrategas del expresidente estadounidense John. F. Kennedy para influir sobre la región en plena Guerra Fría. Entre sus supuestas bondades ofrecía asistencia política, social y económica por 20 mil millones de dólares (mdd) de fondos multilaterales y la iniciativa privada para obras de drenaje y transporte en 22 países latinoamericanos
Fracasó por la imposición de criterios políticos, como el de evitar la autodeterminación y defensa de los recursos de los pueblos y contener la influencia de la Revolución Cubana, como lo denunció, en 1961, Ernesto Guevara de la Serna durante su célebre discurso en Punta del Este, Uruguay. El Ché resumió su crítica con la denominación “letrinología”.
SouthCom y OTAN
En el debate sobre Seguridad de la América del Norte en la Décima Cumbre se omitió abordar la estrategia de control militar de EE. UU. a través del Comando Sur y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Frente al escenario actual, que marca el retorno a la política dura, la intervención de este bloque en el conflicto de Ucrania no descarta la extensión de sus acciones hacia América Latina y el Caribe.
La razón es que ese bloque militar externo ya opera en nuestra América con la protección legal del Departamento de Defensa de EE. UU. (Pentágono) en la cobertura con su “Aliado principal extra-OTAN”. Y si bien es poco probable que un país latinoamericano participe en los actos de guerra al interior de esa alianza, sí participaría en programas de asistencia y ejercicios militares so pretexto de la “integración” estadounidense con México y otros países.
Con América Latina o Norteamérica
La integración latinoamericana de gobiernos antihegemónicos ha enfrentado históricamente enormes desafíos. Ésta es la cronología.
MERCOSUR: (2006). Nace el Mercado Común del Sur como proceso de integración regional. Su objetivo es propiciar un espacio común de oportunidades comerciales e inversión con el entorno internacional mediante la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos sin aranceles que hoy rigen parcialmente. Lo fundan Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, luego se unió Venezuela; Bolivia está en proceso de adhesión. Dificultades: sustantivas diferencias políticas entre sus socios crean una crisis existencial que profundiza su compleja relación externa a la región.
UNASUR: (marzo de 2011). Nace la Unión Suramericana de Naciones con 11 estados. Su objetivo radica en combinar la integración regional y la cooperación política para construir un espacio que elimine la desigualdad, fomente la participación ciudadana y la democracia. Se promueven políticas socioeconómicas, infraestructura, financiamiento y protección ambiental. Dificultades: El declive económico y las turbulencias sociales provocaron una sede sin mando y crecientes desacuerdos que deterioraron su capacidad política.
RUNASUR: (noviembre de 2020). Iniciativa que combina el vocablo quechua runa: hombre, y las siglas UNASUR, que propuso Evo Morales. Reúne a movimientos indígenas y campesinos, así como organizaciones sociales y sindicales. Su objetivo es crear un mecanismo de integración independiente de los gobiernos, aunque articulado por la CELAC y UNASUR, para promover la autodeterminación, el buen vivir, la no injerencia y el antiimperialismo.
Fuerzas de la OTAN actúan ya en Argentina desde 1998, en Brasil desde 2019 y en Colombia desde 2022, refiere el estudio de Tamara Lajtman y Silvina Romano. Sus activos militares y civiles superarían a los de sus aliados en el este de Europa: Macedonia del Norte, Montenegro, Albania, Croacia, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, República Checa y Hungría.
Solo la integración latinoamericana contendría por la expansión de la OTAN y la nada transparente acción del Comando Sur para preservar la soberanía de cada miembro. Pero esa vía es indeseable para el Pentágono.
México y sus socios
AMLO llegó a esa cita en el último tercio de su gestión y en el inicio de un año clave para la política del país porque se definirán las candidaturas a la Presidencia de la República en los comicios de 2024. Sus críticos nacionales le reprochan sus magros resultados en política interna, y en el exterior se le cuestiona su política energética, como fue el caso de los representantes de EE. UU. y Canadá durante la reunión ministerial del T-MEC de Vancouver en julio pasado.
Un repaso a la actual situación de los gobiernos de EE. UU. y Canadá anticiparía qué deben esperar los mexicanos en el próximo bienio. El estadounidense Joseph Biden, ya en la mitad de su gestión y con la mira en su reelección, llegó con saldo desfavorable en lo internacional por haber degradado su relación con Rusia, respaldó la expansión de la OTAN y condenó a la Unión Europea (UE) a la dependencia energética.
Además de perder la partida geopolítica ante China, esa vía es indeseable –y en su fanatismo por influir en Taiwán– Biden ha sido incapaz de sortear la desaceleración económica. De ahí su debilidad ante una Cámara Baja republicana que ya con Kevin McCarthy al frente amaga con dificultar todas sus propuestas.
A pesar de que la presidencia de México pondera su buena relación con el gobierno de Joseph Biden, no se conoce su respuesta a la nota diplomática de mayo pasado, en la que pidió esclarecer el supuesto financiamiento de la embajada de EE. UU. a la organización opositora Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad (MCCI) a través de la Agencia de Desarrollo Internacional (USAID). Pasados ocho meses, sería más que necesario conocer la respuesta de Washington.
El primer ministro Justin Trudeau pasó de ser la esperanza joven de la política canadiense a representar la incongruencia. En 2019 perdió la mayoría absoluta; su ineptitud en economía ha propiciada una elevada inflación, un bajo crecimiento y la presión de los mercados financieros. No logró contener la venta de armas, invocó poderes especiales contra los antivacunas y vacacionó en Jamaica, inmersa en la violencia de las pandillas
En el ámbito internacional, Trudeau acusó a China de “interferir” en asuntos de Canadá y filtró información de su reunión con el presidente Xi Jinping; de ahí que Beijing lo acusara de “clara falta de respeto”.
Con este país, México mantiene un programa estratégico de Desarrollo de Capacidades contra el Crimen; es el tercer socio de Canadá y el comercio mutuo sumó 41.7 mil mdd en 2021; la inversión directa de empresas canadienses en nuestro país supera los 25 mil mdd.
El Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales se considera modelo de cooperación bilateral porque permite la movilidad laboral con protección para los mexicanos. Pese a la pandemia, 32 mil 875 connacionales trabajaron ahí en 2021; estudiaron más de 14 mil 435 mexicanos por más de tres meses en el marco de 300 acuerdos con instituciones de educación superior.
Los canadienses son la segunda fuente de visitantes a México; solo en 2022 sumó 1.8 millones y apunta a recuperar el récord de 2.3 millones de 2019, de acuerdo con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá. Una vez vistos los desafíos internos y externos, la Décima Cumbre de América del Norte se mantiene como instrumento para perpetuar la hegemonía estadounidense sobre México y América Latina.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.