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La epopeya antiimperialista de Aurelio Martínez Mutis
La segunda parte de la Epopeya del cóndor enumera las tropelías, los atracos de EEUU sobre los pueblos de la tierra; y condena la invasión a Nicaragua durante las “guerras bananeras".
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El 23 de octubre de 1954 fallecía en París, Francia, a los 70 años, Aurelio Martínez Mutis, uno de los poetas mayores del modernismo colombiano. Admirador, como sus contemporáneos, del verso bien trabajado, concebido como una construcción simétrica y armoniosa del idioma, su producción poética alcanza altos niveles de perfección formal sin que por ello hiciera a un lado la profundidad del mensaje. Desafortunadamente, La epopeya del cóndor (1913), obra con la que saltara a la fama mundial, hoy es poco conocida, como amerita obra de tan alta factura, en la que se condena el pillaje de los filibusteros modernos.

La segunda parte de este extenso poema enumera las tropelías, los atracos de Estados Unidos sobre los pueblos de la tierra; y condena la invasión a Nicaragua durante las “guerras bananeras”, cuyo objetivo fue someter a la población para imponer el frustrado Canal de Nicaragua, proyecto que había concitado un amplio repudio en aquel país.

 

Hijos de los famosos bucaneros

son los imperialistas: herederos

de William Walker, el audaz bandido,

maestro insigne de estupendos robos,

que en Nicaragua penetró, seguido

por sus marinos lobos,

y entonces comprendió que cuando vela

por su techo y sus hijos, la gacela

puede hacerse león.

 

El poema elogia la lucha del pueblo cubano por su independencia y su rechazo de un nuevo colonialismo, esta vez norteamericano, inmediatamente después de salir del sojuzgamiento español.

 

(…) Son los histriones

del Tío Sam, que a la Antilla codiciada

le negaron los dones

que le ofreciera la latina espada,

y soñaron con burdas ambiciones

trocar su magna libertad por una

muelle y dorada servidumbre un día,

¡creyendo que el cubano vendería

el Ideal que lo arrulló en su cuna!

 

Volviendo los ojos a México, el poeta de Bucaramanga critica la codicia de nuestro vecino del norte y la invasión de 1846-1848, que culminaría con el robo de más de la mitad del territorio nacional.

 

Ellos, los nuevos bárbaros, fijaron

en el hogar vecino sus anhelos;

ávidos como Atila, penetraron

en la patria de Hidalgo y de Morelos,

y tras lid sin igual, lid sin decoro

de niños aplastados por gigantes,

ellos, los hijos clásicos del Toro,

hicieron un festín de sangre y oro

con las rojas entrañas palpitantes.

Y oro y sangre también, sangre que canta

la vida y oro espléndido de soles

bebieron en la herida sacrosanta

abierta en los dominios españoles.

 

Y el colmo de las agresiones imperialistas es, para Aurelio Martínez Mutis, la separación de Panamá del territorio colombiano, con el apoyo de grupos mercenarios y por la acción disuasiva de tropas estadounidenses para someter toda rebelión.

 

Pero llegó a su colmo la medida:

ahogando en el alud de la materia

a la víctima incauta y sorprendida,

el jayán de la feria

compra al traidor en la almoneda oscura,

falta a la fe con imperial cinismo,

y hunde a un pueblo indefenso en el abismo

de la más espantosa desventura.

(…)

El código social fustiga y mata

a quien roba a un hogar casta doncella;

y hoy que todo lo noble se atropella,

cúbrese de laureles al pirata

que hurtó a Colombia su mejor estrella.

 

Expuestos en esta segunda parte algunos de los crímenes del imperialismo, la tercera parte de La epopeya del cóndor anuncia el despertar de los pueblos oprimidos y su indispensable unidad para detener por fin al opresor común.

 

Arde el fuego sagrado

del honor en el templo del pasado:

¡Jamás podrán vestir con la librea

con que viste el lacayo y el eunuco

los que fueron leones de la idea

en Puebla y en Junín y en Chacabuco!

 

Es preciso vencer. No es ilusoria

la voz que da la juventud florida.

La pampa inmensa a laborar convida.

¡Quien ganó las batallas de la gloria

puede ganar también las de la vida!

 

La cuarta y última parte, es una formidable arenga a los pueblos latinoamericanos para ponerse de pie y combatir al opresor; es un llamado a recordar nuestra antigua grandeza y combatir desde todas las trincheras sabiendo que tarde o temprano habremos de vencer al Leviatán. A falta de espacio, esta cuarta parte, junto al poema completo, estará disponible en nuestro portal: www.buzos.com.mx


Escrito por Tania Zapata Ortega

Correctora de estilo y editora.


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