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Hoy vivimos un periodo sombrío, similar al que vivieron los científicos españoles cuando el general Francisco Franco Bahamonde disolvió, en diciembre de 1937, la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), que había sido creado en 1907 para desarrollar la educación científica y becar a los investigadores españoles que estaban en las mejores universidades europeas y americanas. El pasado seis de octubre, la Cámara de Diputados aprobó la eliminación de 109 fideicomisos destinados, en su mayoría, al desarrollo de la ciencia y la tecnología. Llama la atención que 65 de los fondos estaban administrados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y 26 por centros de investigación, como el Centro de Investigación en Matemáticas (Cimat) y el Fomento y Apoyo a la Investigación Científica y Tecnológica en Bioseguridad y Biotecnología. El “argumento” usado por el Presidente de la República para desaparecer tales fideicomisos fue que no había control sobre ellos y que tampoco había transparencia en su entrega. Sin embargo, esta afirmación revela su verdadera intención: “los investigadores van a seguir recibiendo sus apoyos, los artistas, escritores, intelectuales que recibían sus becas lo mismo. Solo que vamos a hacer una revisión para que se pueda saber, a ciencia cierta, si esas personas son las que deben recibir ese apoyo y que se entregue de manera directa” (El Universal, 1° de octubre de 2020). ¿Directa por quién y a quién? Pues de las manos del Presidente o de quien él y los miembros de su gabinete consideren merecedores de esos apoyos. Mientras tanto, el dinero que se destinaba a la ciencia en México servirá ahora para comprar la conciencia del pueblo y quienes resulten merecedores de la bondad gubernamental, tendrán que agradecer a su majestad esos apoyos en las urnas de las elecciones de 2021.
Pero eso no es todo. En el nuevo reglamento del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), publicado recientemente en el Diario Oficial de la Federación, quedó fuera la biotecnología como área de conocimiento del Conacyt. Esta rama de la ciencia, considerada una de las más importantes por su contribución al desarrollo de las vacunas y las energías renovables, fue echada del Conacyt, con toda intención y premeditación, por María Elena Álvarez-Buylla, como lo denunció el científico investigador y secretario académico del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Rudiño-Piñera: “Llama la atención que un área del conocimiento que ‘no le gusta’ a la directora del Conacyt sea la primera que, en otra de las aristas que tiene este reglamento, ahora desaparece” (El Universal, 24 de septiembre de 2020). ¿Por qué no fue considerada esta rama de la ciencia? ¿Será porque las energías renovables son un impedimento para el proyecto de refinería Dos Bocas, que opta por la producción masiva de gasolina y diésel?
Pero la eliminación de los fideicomisos y la exclusión de la biotecnología son síntomas del anunciado exilio científico, como lo demuestra el doctor Luis Enrique Otero Carvajal, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, en su libro La destrucción de la ciencia en España. Depuración universitaria en el franquismo. Otero recuerda que el general Francisco Franco comenzó a destruir sistemáticamente “la herencia legada por el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza”, lo que provocó que partieran al exilio “la flor y nata de la ciencia española”, muchos de cuyos integrantes llegaron a México; los que se quedaron en España fueron “expulsados de sus cátedras y de la universidad, sus carreras científicas fueron destruidas”. Los que regresaron terminada la Guerra Civil “fueron sometidos al infamante proceso de depuración y expulsados definitivamente de la universidad”. En conclusión: “vidas y carreras científicas fueron laminadas sin piedad… las ciencias biomédicas, la física, la química, las ciencias biológicas sufrieron un golpe mortal del que no pudieron recuperarse en los siguientes cincuenta años”.
Algo similar está a punto de suceder en México con el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T). La desaparición de los fideicomisos y la exclusión de la biotecnología del área de conocimiento del Conacyt traerán consigo consecuencias graves como las que describe el doctor Luis Enrique. Eso pasará inevitablemente, si los científicos mexicanos actuamos aisladamente; pero si nos organizamos en un frente común, podremos evitar el exilio y la destrucción de la ciencia en México.
Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.