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En contra de la voluntad de la nada
El sistema capitalista ha estimulado el pensamiento nihilista en los ciudadanos, por ejemplo, cuando éstos no perciben alternativas ajustadas a su voluntad, se encuentran con la nada y se suicidan.
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La filosofía nihilista que en los círculos académicos fue presentada como una bocanada de aire fresco, en la vida ordinaria de la gente pasa por un cliché triste, vacío, incluso peligroso. 

El concepto nihilismo se popularizó a través de la novela Padres e hijos (1862) de Iván Turgénev, y Friedrich Nietzsche lo analizó, se lo apropió y lo difundió como filosofía. Según Nietzsche, el ser humano es, ante todo, nihilista.

En su obra Genealogía de la moral afirma que las personas son principalmente “voluntad de nada”, es decir, poseen una voluntad que quiere la nada o que desea que no haya nada.

La filosofía nihilista postula que la aspiración del hombre es hacia la nada y que la causa de esta idea se debe a la insignificancia de la vida; es decir, a que no encuentra sentido o importancia alguna al vivir.

El mundo que enfrentan las personas, escribió Nietzsche en el Crepúsculo de los ídolos, no es verdadero; pues la humanidad se ha encargado de eliminar la verdad: “Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo ha quedado?, ¿acaso el aparente? …”.  

Aunque el nihilismo parece una cosmovisión atípica, muchas personas están habituadas a esta filosofía. El ser humano inventa una vida alterna para que los sufrimientos que lo acompañan cotidianamente sean menguados, de manera que se oculte la verdad tal cual es en pos de sentirse, de alguna forma, amparado.

La invención de historias para sobrellevar los problemas es algo común. Se percibe, por ejemplo, en la religión, donde una vida aparenta ser vivida con sentido y dignidad con ayuda de los rezos dedicados a las imágenes “santas”, o sea, a algo ilusorio o virtual.

Si las personas se pasan la vida rezando es porque añoran otra vida; prefieren relacionarse con la nada, con lo virtual o lo inexistente, antes que relacionarse con la vida física; antes que con la realidad tal cual es, “prefieren querer la nada a no querer”.

Las personas, entonces, se relacionan con la nada al encontrase en un mundo despreciable donde no encuentran nada digno de ser admirado. 

Ante un mundo de apariencias, Nietzsche propone un mundo regido por la razón, que ha de construirse con base en el superhombre; es decir, en un ser humano que sobrepase sus límites para fortalecerse y desenvolverse libremente.

Frente a un mundo en donde no existe nada valioso, la propuesta es dominar a través de la fuerza. De acuerdo con Albert Camus, si lo que rigiera en el humano fuera la fuerza y el poder, la sociedad sugerida por Nietzsche no se desarrollaría a partir de la justicia, sino entre amos y esclavos.

Con esta negación de los valores éticos, la voluntad de la nada implicaría el derecho del más fuerte sobre los débiles. Fue ésta la razón por la que el nihilismo pudo acoplarse perfectamente al nazismo. 

La filosofía nihilista tiene la pavorosa habilidad de desactivar la política como fórmula de relación entre personas solidarias y el carácter humano de los ciudadanos, además de llevar al racismo, al biologismo y a la opresión de unas clases sociales sobre otras.

No es gratuito que Georg Lukács escribiera que Nietzsche fue fundador del irracionalismo. En términos prácticos, la posición nitzscheana induce al abandono de todo principio de equidad y lleva a las personas al linde del peligro.

El sistema capitalista ha estimulado el pensamiento nihilista. Hay ejemplos de personas que cuando no perciben alternativas ajustadas a su voluntad, se encuentran con la nada y se suicidan.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reportó que entre 2020 y 2021, en México, hubo de 500 a mil suicidios causados principalmente por la depresión.

La apelación a la nada es la confesión cotidiana en el modelo económico que rige hoy. La podredumbre, la injusticia y la miseria se mezclan con pensamientos vacuos que cobran la vida de miles de personas e imposibilitan la acción para construir una sociedad acorde a la justicia.

Este hecho, más otros cientos que hay en la vida cotidiana, nos convence por qué es conveniente alejarse del nihilismo y acercarnos a la filosofía que postula la igualdad política y social.


Escrito por Betzy Bravo

Investigadora del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales. Ganadora del Segundo Certamen Internacional de Ensayo Filosófico. Investiga la ontología marxista, la política educativa actual y el marxismo en el México contemporáneo.


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