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El uso de noticias falsas en la Primera Guerra Mundial
La novela de Louis Dumur, que combina con amenidad sucesos militares y sociales, incluye información detallada sobre cómo, en tiempos de guerra, se utilizan muchas más armas políticas que artefactos de fuego, acero o químicos para doblegar al enemigo. Wilfrid Hering, personaje ficticio que con Willy o el Kronprinz (el príncipe heredero del káiser alemán) encabeza el elenco de los principales protagonistas de El carnicero de Verdún, es precisamente uno de los comisionados para desempeñar una de las tácticas de guerra no armada.
El comandante militar germano en Verdún le explica que su tarea consistirá en un género “hábil y metódico” de efectuar la guerra, que estará destinado a arruinar la moral del enemigo en su propia retaguardia, con base en sobornos y la compra de conciencias y medios de prensa. Éstos se dedicarán, además, a difundir noticias falsas con el propósito de explotar la vocación pacifista a favor de Alemania, y la rivalidad ideológica y política de intelectuales, militantes partidistas, parlamentarios y funcionarios de Estado de los países enemigos.
En algún momento, el general advierte a Hering: “Usted sabe que en todas partes hay gentes bastante desprovistas de sentido común para poner la humanidad por encima de la patria, bastante singulares para preferir la fraternidad a la mortandad, bastante locas para preferir la paz a toda costa… la potencia de un pueblo que combate no reside solamente en su ejército, sino también en la voluntad de guerra que inspira el alma misma de la nación”.
Hering logra su primer éxito en esta encomienda con Sosthéne Rossignol, un poeta, escritor y filósofo francés, prisionero de los alemanes en Verdún, a quien después de convencer de que el pueblo alemán no desea la guerra y aspira también a la paz, es liberado y enviado para que, en su tierra natal, promueva al pacifismo. Sin embargo, su prima Julieta Rossignol, amante obligada del Kronpinz, lo percibe como traidor y, tras un plan fallido para asesinar a aquél, es desaparecida por los invasores de Verdún.
La novela de Dumur está colmada con este tipo de denuncias y expresiones cínicas en torno al origen de las guerras. Tal es el caso de ésta, en la que Hering afirma que al inicio de la Primera Guerra Mundial (1914 y 1915), los negocios en Alemania “marchaban a las mil maravillas. La guerra se hacía fructuosa y el dinero rodaba a oleadas incansables por todas partes”. Sin embargo, a partir de 1917 comenzaron a cambiar las cosas.
Esto se debió a la “monstruosa resistencia” de los franceses y a que las atrocidades germanas llegaron a extremos inhumanos como el aprehender, encarcelar y hambrear a muchas mujeres durante varios días para obligarlas a prostituirse con los soldados alemanes. Dumur fue autor de otras cinco novelas, entre ellas A París (1920), también relacionada con la Primera Guerra Mundial.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural