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El Movimiento Antorchista presentó su solicitud en el estado de Puebla para registrarse como partido político estatal. Tuvo, como cualquier otra organización que aspirara a esa categoría, que llenar requisitos difíciles para poder cumplir a cabalidad con las normas legales. Y los llenó sobradamente. Esto es muy importante que se sepa. Tuvo que realizar con una asistencia mínima que iba de los 500 a los 600 asistentes bien contabilizados, 18 asambleas distritales, tuvo que acreditar 11 mil 829 afiliados distribuidos en 146 municipios y todo lo acreditó holgadamente: llevó a cabo 23 asambleas distritales y acreditó a 40 mil ciudadanos de 176 municipios.
Eso es muy importante que se informe a todo lo ancho y a todo lo largo del país, porque el Instituto Electoral del Estado de Puebla (IEEP), mediante una decisión en lo oscurito, de cinco a favor y dos en contra y protegido por la policía armada hasta los dientes, acaba de dictaminar, por sí y ante sí, que el Movimiento Antorchista Poblano (MAP) no será partido político. Si es importante que se sepa que el Movimiento Antorchista llenó todos los requisitos que le pusieron enfrente, es todavía más importante que se entienda que no realizó las asambleas ni acreditó a sus militantes en ceremonias privadas, lejos del escrutinio de la autoridad.
Todo lo contrario. Vea usted. Todas y cada una de las 23 asambleas que realizó contaron con la presencia autorizada de decenas de funcionarios del IEEP en los lugares que previamente el MAP dio a conocer al IEEP y éste autorizó con base en una serie de requisitos. Asistieron también observadores ciudadanos quienes previamente hicieron la solicitud correspondiente al IEEP y fueron acreditados como tales. Los funcionarios y empleados designados por el IEEP para supervisar cada una de las asambleas, al frente de los cuales iba un oficial electoral, llegaban muy puntuales, debidamente uniformados con chaleco anaranjado y acreditados con su gafete. Unos contaban las sillas instaladas en el recinto con un aparatito contador; otros, con un buen número de computadoras de propiedad del IEEP, llevaban a cabo el proceso de afiliación, previa acreditación del ciudadano con su credencial para votar con fotografía, de verificar que fuera del distrito electoral correspondiente y de aplicarle un breve cuestionario verbal para conocer de viva voz la libre voluntad de afiliarse al MAP, imprimían la cédula de afiliación correspondiente, verificaban que cada ciudadano la firmara, así como que pusiera, de su puño y letra, su nombre completo y firma en una lista para constatar que ya habían sido registrados y habían firmado su cédula, hecho lo cual les colocaban una pulsera de color fosforescente con sello del IEEP para poder ingresar al recinto.
Otros tomaban el mando de la organización de los asistentes, decidían en torno a la distribución de los convocados a las mesas para su registro y confirmaban que llevaran puesta la pulsera. En el transcurso de todo este procedimiento hicieron cortes, contabilizando cada listado que iban registrando los capturistas a fin de constatar si el número de ciudadanos correspondía ya al mínimo necesario para dar inicio a la asamblea. Unos más grabaron en video desde el inicio hasta la conclusión. Finalmente, el oficial electoral calificaba la asamblea, que en todos los casos fue válida. Procedimiento complicado y escrupuloso que el IEEP por cinco votos a favor tiró por la borda. El registro de cada asistente fue personalísimo, riguroso. En fin, los antorchistas asistentes a las asambleas distritales tuvieron que observar un comportamiento y una disciplina severísima para que sus asambleas pudieran ser calificadas como válidas. Así, con esta exigencia y este rigor que duró tres meses, el IEEP dio por válidas 23 asambleas distritales. Procedimiento complicado y escrupuloso que el IEEP por cinco votos a favor tiró por la borda.
En efecto, de repente, sin que se supieran las verdaderas causas de la decisión, dejó el cargo la presidenta del Consejo General del IEEP y se hizo cargo un nuevo presidente, un tal Miguel Ángel García Onofre, quien, a los dos días de ejercer la función, supuestamente ya conocía perfectamente el voluminoso expediente del caso y se encargó de encabezar un acuerdo mediante el cual se decidió que el proceso transcurrido durante meses, mediante la autorización, la celosa supervisión y vigilancia del IEEP, tenía vicios de origen y que el Movimiento Antorchista Poblano no sería partido político.
Para mí y para cientos de miles de poblanos y mexicanos, se trató de una decisión absoluta y completamente política, apartada de las normas del derecho. Aporto una de las pruebas que me convence: cuando el representante legal del Movimiento Antorchista Poblano fue notificado del acuerdo “en estrados”, ya la noticia se encontraba en todos los diarios y noticieros del estado. Otra más. Puesto que los dirigentes del MAP se sintieron injustamente agredidos, comenzaron a declarar que se manifestarían públicamente en las calles de la capital del estado para protestar por el atropello. Se complicaba el conflicto entre el Movimiento Antorchista y el IEEP. ¿Y adivine usted, amigo lector, quién se subió al ring, quién procedió a amenazar a quienes pretendían ejercer su derecho a la libre manifestación pública y pacífica? Nada menos y nada más que el señor gobernador Luis Miguel Barbosa. ¿Qué tenía que ver el gobernador en un diferendo entre la autoridad electoral y un grupo de ciudadanos como no fuera garantizar el cumplimiento de la ley? ¿Era suyo el pleito? Pues sí, por lo visto, era suyo, ya que una decisión de tal magnitud, o sea, un nuevo presidente del Consejo General del IEEP, no se atrevería a tomarla sin el sabio consejo del gobernador. Y si no era suyo el pleito, con su intervención y sus amenazas directas a los antorchistas, Luis Miguel Barbosa lo hizo suyo y así lo entiende la opinión pública poblana.
O sea, hay una decisión desde las más altas esferas del poder público poblano (por lo menos) en el sentido de que el Movimiento Antorchista no contienda en las próximas elecciones. El poder secuestra a la democracia. Juguemos al toro, pero sentaditos. ¿Qué teme? Un gobierno fuerte, verdaderamente apoyado y protegido por los ciudadanos no teme a las elecciones, antes las busca y las procura. En este sentido, la actitud parcial e interesada del señor gobernador está convalidando la opinión generalizada de que su gobierno atraviesa por una crisis: la renuncia del Secretario de Gobierno y, como represalia a sus declaraciones críticas, se le ordena una auditoría a la dependencia que acaba de abandonar; es más, mientras en el ámbito federal se engaña con rifas de aviones, en el ámbito estatal se prometen grandes ferias con plazas de toros y palenque para gallos; a falta de resultados para la población, panem et circenses por parte de la 4T.
Y en efecto, la economía no creció, se contrajo en 2019. Hasta ahora todo es un dígito después del punto decimal. Pero no se crea que las cifras económicas no reflejan realidades, ese dato va a traer como consecuencia menos empleo, menos salario y menos obra pública y, menos crecimiento para el año 2020. Ya comenzaron los ajustes, tanto por parte del Banco de México como por parte de las calificadoras en el sentido de que el país no va a crecer ni lo poco que se había pronosticado. Uno por ciento, pronostica ya solamente la calificadora Moody’s; y apenas estamos empezando febrero, todavía hay mucho tiempo para nuevos ajustes a la baja.
Por lo pronto, y ante el deterioro del prestigio del gobierno de Luis Miguel Barbosa, el maestro Aquiles Córdova Morán, en la multitudinaria inauguración de la XX Espartaqueada celebrada en Tecomatlán, cuna de Antorcha Campesina, el pasado 1º de febrero, llamó a todos los antorchistas de Puebla y del país a estar atentos y a mantenerse unidos y solidarios para enfrentar la embestida del gobierno del estado de Puebla. Conociéndolos como los conozco, sabiendo que son combativos y muy fraternos, que están orgullosos de gritar a los cuatro vientos que son un solo hombre y un solo ideal, no dudo que sabrán dar una pelea pacífica, inteligente, enérgica y sin concesiones. Y si no, al tiempo.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".