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La riqueza de las sociedades proviene fundamentalmente del trabajo humano. El padre de la riqueza es el trabajo y la naturaleza, la madre, dijo William Petty, uno de los padres de la economía política; y tiene razón. Aun así, la clase capitalista ha buscado, por muchos medios, socavar el papel del trabajo del obrero como creador de la riqueza, para poner en primer plano al capitalista que, según por su esfuerzo y por arriesgar su capital, obtiene un pago a ese riesgo y que de ahí procede la riqueza. Falso. Es nuestra intención aclararle a los obreros que sin su trabajo no habría ganancia para los capitalistas y que, por lo mismo, la pieza más valiosa de la producción es el trabajo de los obreros, puesto que puede haber materias primas, materias auxiliares, local adecuado para producir, maquinaria, luz eléctrica, etc., pero sin el trabajo del obrero, no se podrían transformar esas materias en los valores de uso que han de servir de mercancías para, al venderlas, obtener la ganancia.
Esta tendencia a minusvalorar el trabajo de los obreros no es nueva, sino que es parte de toda una estrategia de la clase dominante para poder ejercer su poder sobre el trabajo ajeno y seguirse adueñando de él sin que el obrero reclame y evitando, sobre todo, que el obrero pretenda por cualquier vía apropiarse del fruto de su trabajo, de la riqueza, ni exija así su derecho a la propiedad sobre los medios de producción. Es así como la clase capitalista, desde que tomó conciencia de clase, como clase para sí, ha lanzado una campaña permanente para hacerse del control de la conciencia obrera y seguir obteniendo la máxima ganancia sin que los obreros se rebelen.
Así, la clase poderosa ha puesto en práctica toda clase de estrategias para controlar a los obreros, algunas de las cuales enumeraremos enseguida: 1) La parte de la riqueza social producida por el obrero está reducida simplemente a su salario, en otras palabras, de todo lo que él mismo produce con su sudor, le toca una mínima parte. 2) En el sistema capitalista se procura impulsar la competencia entre los trabajadores, para que de esa manera se disminuya el salario, pues cuando algún obrero pretende rebelarse, los capitalistas le contestan: “Ya sabes: si no te gusta tu trabajo, busca en otro lado, pues afuera hay muchos que quieren tu puesto”; en otras palabras, promueven el desempleo para garantizar con eso la competencia entre la clase obrera y así, explotarles más, sin que chisten los trabajadores. 3) Otro mecanismo de control se basa en la creación de una sociedad de consumidores y ello se refleja, hoy en día, en que no hay trabajador que no tenga una televisión en su caso o un teléfono celular; sin embargo, ha creado mecanismos sutiles de control, pues ha generado en el trabajador una necesidad no vital que lo lleva a gastar dinero en cosas inútiles, pero artificialmente “necesarias”, eso sí, mediante un sistema de deudas que lo obliga constantemente a trabajar para poder pagar, de manera que no le quede tiempo al trabajador para organizarse y luchar por una vida mejor. 4) Ataca la solidaridad y atomiza el trato del Estado con los obreros. Efectivamente, antes los obreros tenían garantizada una pensión mediante el apoyo del Estado; sin embargo, en los noventas quedó a su suerte el ahorro para el retiro mediante el mecanismo de las Afores. Los gobiernos, encantados, repiten la fórmula: “Nosotros no tratamos con organizaciones”, ése fue el caso de Vicente Fox; y asómbrese, estimado lector, el propio Andrés Manuel López Obrador, quien “nació luchando en la calle”, como dice él, hoy desconoce el derecho de las organizaciones y promueve el “trato directo” con los trabajadores, uno por uno, para que así, indefensos, se queden sin respuestas favorables y no puedan protestar. 5) Se procuran reglas diferenciadas para la clase capitalista y para la clase obrera. En efecto, mientras a las empresas se les otorgan muchísimas concesiones (de impuestos, de pagos de terrenos para ubicar sus negocios, etc.) en nombre de la “generación de empleos”, a los trabajadores se les ponen toda clase de trabas cuando pretenden alcanzar una pensión digna, por ejemplo: a las empresas se les trata como “personas” morales; y las empresas extranjeras en México tienen los mismos derechos que las empresas mexicanas como personas morales; sin embargo, un mexicano en suelo norteamericano no tiene los mismos derechos que un norteamericano, aunque ambos sean “seres humanos”.
Finalmente, aunque la lista es mucho más larga, como las elecciones son un mecanismo para controlar al Estado y con ello los intereses de las clases poderosas y como las elecciones son muy costosas, solo las puede pagar quien tenga dinero en grandes cantidades para ejercer una influencia suficiente en el resultado. Es así como hoy en día se crean candidatos “atractivos” a la clase trabajadora para que ésta vote por ellos, aun cuando esos gobernantes o esos políticos vayan en contra de los intereses de los trabajadores. Pues, si no queremos ir lejos con los ejemplos, tenemos el caso de México: la gente votó por López Obrador a través de Morena creyendo que ésa era la solución a sus males y el resultado que vemos es el contrario. En efecto, los niveles de inseguridad son los más altos en los primeros tres meses de los últimos tiempos; la lucha por el llamado huachicol ya dejó más de 120 muertos en Hidalgo y no hay ningún responsable ni ningún castigado por este delito; el nivel de endeudamiento de Pemex es de los más altos desde la época de Zedillo; la cancelación del aeropuerto traerá un costo de más de 120 mil millones de pesos, más la construcción de otro aeropuerto donde resulta que se apareció un cerro que no habían visto y cuya remoción costará ocho mil 500 millones de pesos, suma que le tocará pagar a la clase obrera con su trabajo, amén de la pérdida de 500 mil empleos; le quitan al obrero los viejos programas, pero no le compensan de ninguna manera con nuevos programas de apoyo directo; en fin, los trabajadores de México creyeron que votarían por un cambio, por la esperanza de México; pero fueron manipulados, el país hoy está peor y no se alcanza a vislumbrar alguna mejoría.
Esto significa que la suerte de los trabajadores está en peligro, en la medida en que un colapso de la economía traería graves consecuencias para la vida de los obreros y sus familias, debido a que el sistema se sigue empeñando en lograr el control de la vida de los trabajadores y es capaz de engañarlos haciéndolos que pongan en el gobierno a quien no sabe gobernar. Con ello simplemente sigue vigente el neoliberalismo y crece irremediablemente la pobreza, pero ha llegado la hora de que la clase obrera retome su tradición de lucha, se organice, se eduque y dé la batalla no solo por mejores salarios, sino por la conquista verdadera del poder político nacional. ¡Adelante trabajadores, únanse y luchen por un México mejor!
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.