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Nos han querido vender la idea de que la “izquierda” tomó el poder en México. Eso es falso. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, dice Engels y lo retomó Vladimir Ilich Lenin en su famosa obra, “Qué hacer”; por su parte Marx, en su onceava tesis sobre Ludwig Feuerbach dijo: “los filósofos han interpretado de diversas maneras el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”, esto significa que la filosofía burguesa ha resultado ser contemplativa; en otras palabras, contemplar no permite hacer profundas transformaciones a la realidad circundante, sino que se limita a describirla con más o menos acierto y profundidad, pero la deja esencialmente igual. Por ende, es necesaria una forma distinta de ver el mundo, una forma que permita interpretar la realidad correctamente, que descubra las leyes que determinan las relaciones económicas y sociales; que determinan su desarrollo, sus contradicciones internas y, por lo mismo, sus posibilidades de cambio y en qué dirección será. Esa visión la proporciona el materialismo dialéctico e histórico. Sin embargo, lo que hemos visto en el nuevo equipo que gobernará es, justamente, lo contrario. Una falta de claridad profunda del diagnóstico del país, pues los males de México y la creación de la riqueza en este país, se deben, según ellos, a la corrupción.
El problema de México es el modelo neoliberal cuya producción de la riqueza tiene un carácter social, a cargo de los proletarios de este país; sin embargo, la apropiación de la riqueza, tiene un carácter privado y esta contradicción crea, por un lado, una masa inmensa de gente que sufre carencias y vive en la pobreza, por el otro lado, una clase poderosa que concentra la riqueza. Asimismo, no puede ignorarse el contexto internacional en el que este sistema se inscribe, pues el debilitamiento del poderoso capitalismo norteamericano y, por lo mismo, el fortalecimiento de las economías de China y Rusia, hacen que los Estados Unidos sean más agresivos y conservadores con las economías que considera sus “colonias” modernas, o como dijo Jim Powell, su patio trasero. Esta situación hace más dependiente a nuestra economía y, por lo mismo, más dependiente del modelo económico neoliberal, lo cual profundiza sus contradicciones y, por lo mismo, más difícil se vuelve combatirlas y erradicarlas. Una vez que entendemos que el modelo económico neoliberal es el verdadero problema de México, y no la corrupción, la solución a estos males depende, por ende, de combatir la causa verdadera y no sus efectos (pues la corrupción solo es un efecto, sólo es resultado).
Los desatinos y las improvisaciones del gobierno de transición reflejan la falta de claridad sobre el problema que se tiene entre manos y tienen una confusión en lo que se debe hacer, pues creen que “combate a la corrupción” significa ser austeros. ¿Pero dónde se ha visto eso? Ahora resulta que la austeridad acabará con la corrupción, pero no. A lo más, habiendo menos que robar quizá se reducirá la cantidad de lo robado, pero ello no incentiva a que se deje de robar, por poner un ejemplo.
¿Qué es lo que se alcanza a ver detrás de la cortina de humo que tiene el nuevo gobierno en este ambiente turbulento? Un neo neo keynesianismo que ha de fracasar también. John Maynard Keynes planteó incentivar la demanda agregada mediante la creación de puestos de trabajo improductivos pero que dieran a esos trabajadores ingresos que les permitieran tener solvencia para adquirir productos. De esta manera, los productores verían que la gente tiene dinero en su poder y, por lo mismo, capacidad adquisitiva, lo cual incentivaría la oferta y, con ello, el sector productivo, lo cual impulsaría la creación de puestos de trabajo y con ello se fortalecería también la oferta de trabajo, con lo cual se generaría un círculo virtuoso de crecimiento económico. ¿De dónde saldrían los recursos para pagar a los empleados no productivos? En este modelo, el Estado, como rector de la economía, tiene la rectoría para la impresión de billetes y, por lo mismo, la capacidad de tener liquidez para pagar. ¿Qué sucedió? En el intento tuvo aciertos, pero, al seguir de fondo la contradicción principal, el modelo capitalista en que la riqueza la crean los que trabajan y la disfrutan quienes no lo hacen, entonces los productores no respondieron como lo esperaba Keynes y sucumbieron en el intento con hiperinflación.
En el desarrollo económico, como en el péndulo, pasamos de un modelo en el que la rectoría de la economía la llevaba el Estado, a uno en que el estado no debía tocar ni con el delicado pétalo de una rosa, a las fuerzas del mercado. Surge el modelo monetarista basado en el “libre” mercado. Al fracasar este modelo con sus permanentes crisis, surge la idea de aceptar una doble rectoría: un mercado libre, pero, al mismo tiempo, con fallos evidentes: formación de monopolios, injusta distribución de la riqueza, etc. Pues bien, el Estado tendría cierto nivel de rectoría y otro el mercado. El Estado, mediante su arma poderosa: los gastos del gobierno y la capacidad de endeudarse, con un banco central “independiente” que garantice la estabilidad macroeconómica, surge el neo keynesianismo; el mercado, con la oferta y la demanda. Su fracaso sobrevino con las crisis y con la caída del sistema socialista que fortaleció el principio del capitalismo monopolista y de libre mercado.
Hoy parece haberse descubierto un neo neo keynesianismo por parte del equipo del nuevo gobierno. Todo lo que ofrece el gobierno son sus programas de apoyo directos, o como se conoce en la jerga económica: programas de transferencias directas. Está demostrado que esos programas no reducen la pobreza, si así fuera, los 1.5 billones de pesos que se han invertido en esas transferencias, habrían reducido la pobreza en México, pero no fue así. Los verdaderos beneficiarios de los programas de transferencias directas son los empresarios dueños de las marcas que producen los bienes que consume el pueblo trabajador. Alguna vez vi con mis ojos a las mujeres huicholes de Nayarit recibir su pago de oportunidades en el gobierno de Calderón e ir directamente a la tienda Diconsa de donde salían con 4 paquetes de harina de maíz Maseca (del difunto Roberto González) y 1 Coca Cola de 2 litros (del poderoso grupo FEMSA). En este sentido, el gobierno, para que no sea evidente darle directamente un subsidio a las empresas, lo hace en forma indirecta, mediante estos programas de transferencias directas. Pues bien, en estas transferencias está el el neo neo keynesianismo. En que antes se planteaba burda, pero gráficamente, que, para generar ingresos por trabajo improductivo, debía ponerse a una persona a cavar un hoyo y a otra a taparlo y a ambos pagarles por su labor. Ahora se propone darle dinero a la gente que ni estudia ni trabaja, es decir, empoderar por empoderar, dar dinero por dar dinero, cuyo destino no será el desarrollo intelectual de quienes reciban el recurso, sino los empresarios en quienes gasten los dineros así repartidos. Se trata de darle dinero a los que ni estudian ni trabajan ¿acabarán así la corrupción? Ya veremos. El tiempo lo dirá.
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Escrito por Brasil Acosta Peña
Doctor en Economía por El Colegio de México, con estancia en investigación en la Universidad de Princeton. Fue catedrático en el CIDE.