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La guerra silenciosa (segunda de dos partes)
La guerra silenciosa es un filme que retrata la tragedia de los obreros y de los pueblos del mundo que se dividen, hecho que permite a los expoliadores de la humanidad ejercer su dominio sin preocupación.
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Los obreros de la empresa Dimke se reúnen de nuevo con la autoridad laboral. Como ocurre en muchos lugares del mundo, este tipo de funcionarios aparecen ante los obreros como “neutrales”, como si no estuvieran a favor de una de las partes. Pero en la historia de Brizé, narrada en tono documental, uno de los obreros huelguistas pregunta a Grosset: “Y usted ¿para qué sirve?”, Grosset contesta: “Yo sirvo de vínculo con los empresarios y el gobierno para tratar de resolver el conflicto”.

Los obreros encabezados por Laurent hacen un mitin en la sede de la empresa en busca de una entrevista con Martín Hauser, presidente de la compañía, ya que los directivos de la filial en Francia no han dado respuesta positiva. Un empleado dice a los obreros: “El señor Hauser los va a recibir próximamente”, se escucha una ovación estruendosa. Los obreros salen del lugar llenos de esperanza. Sin embargo, pasan días y la compañía no cumple su promesa; hay reunión sindical y una fuerte discusión cuando algunos de los dirigentes sindicales proponen que se acepte la propuesta de Dimke de liquidarlos con hasta 40 mil euros.

Pero Laurent argumenta que “la sucursal francesa pretende instalarse en Rumania (país en donde el salario es cinco veces menor que en Francia) y ésta nos quiere dividir. Ustedes están haciéndole el juego a la empresa”. Es en este momento cuando Brizé muestra crudamente el divisionismo entre los trabajadores; una parte de ellos quiere mantener su espíritu de lucha y valor, mientras que otros prefieren resolver el conflicto de manera rápida, sin enfrentarse a ningún riesgo ni sufrimiento.

Incluso estos dirigentes están de acuerdo con la empresa Dimke y llegan al extremo de aceptar su retorno al trabajo en contra de la opinión de la mayoría de los obreros, convirtiéndose así en esquiroles y traidores que fracturan al movimiento sindical, un hecho sumamente grave. Pero Laurent y sus seguidores toman la fábrica y se mantienen firmes. Por fin, ante la firmeza de su lucha, se fija la audiencia con Martín Hauser, directivo máximo de Dimke. La reunión levanta muchas expectativas entre los obreros, que llevan tres meses de paro. Hauser se niega a resolver sus demandas; entonces la situación se sale de control, pues en su enojo los obreros agreden al jefe empresarial, primero le lanzan basura a su automóvil y luego voltean éste llantas arriba.

La prensa francesa difunde las imágenes de los desmanes. Prácticamente derrotados, los obreros se reúnen y vuelven a polemizar, pero ahora con más virulencia. Los partidarios del entreguismo tratan de arrinconar a Laurent. Se presentan conatos de violencia, los ánimos se caldean; Laurent, después de ser vilipendiado, pide solo aclarar una última cosa: “Los de enfrente –los empresarios– cuando se trata de defender su dinero están muy unidos. Con gente como ustedes –los conciliadores– están muy tranquilos (…)”. Después de ver a su nieta recién nacida, Laurent acude a un lugar público importante; en sus manos lleva un garrafón de gasolina, se rocía con ésta el cuerpo y se prende fuego. Después de su inmolación, que se vuelve un escándalo mundial, la empresa anuncia la apertura de negociaciones.

La guerra silenciosa es un filme que retrata la tragedia de los obreros y de los pueblos del mundo que se dividen, hecho que permite a los expoliadores de la humanidad ejercer su dominio sin preocupación.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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