La excavación, del director británico Simon Stone, es una cinta basada en la novela homónima del escritor John Preston (2007) y recién estrenada. Por la temática que aborda pudiera pensarse en que para los espectadores resultará un filme que desentraña los misterios de los descubrimientos arqueológicos; pero en realidad, la cinta es la historia del descubrimiento del pasado merovingio de Inglaterra a través de la excavación en Sutton Hoo, en el año de 1939, cuando Alemania está a punto de declarar la guerra al Reino Unido y de llegar a su fase más violenta la peor conflagración que haya conocido la humanidad. La excavación comienza cuando Edith Pretty (Carey Mulligan), una viuda de clase alta, contrata al excavador y arqueólogo empírico Basil Brown (Ralph Fiennes) para indagar qué se encuentra debajo de unos túmulos que existen desde tiempos muy remotos en los terrenos agrícolas de su propiedad. Entonces descubren que ahí fue sepultado un barco que sirvió de tumba a un caudillo o rey merovingio; sepultura que data del Siglo VI de nuestra era. Sin duda, éste es uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de la historia del Reino Unido; este acontecimiento sirve de trasfondo para la trama y es un mero pretexto para que el realizador plantee otro tipo de excavación: la del alma humana.

El director logra un filme lleno de belleza, pues las excavaciones paralelas hilvanan una historia que nos muestra los orígenes anglosajones de la Gran Bretaña (después de que los romanos abandonaran la gran isla, ésta fue poblada por oleadas de tribus anglosajonas, que mucho tiempo fueron consideradas atrasadas por poseer una cultura muy rudimentaria); pero la arqueología inglesa cambió su visión a partir de lo descubierto en Sutton Hoo. La cinta nos muestra,  por cierto, que el barco no solo fue una cámara mortuoria; en su interior se descubrió un importante tesoro, compuesto por piezas de orfebrería de alta calidad y diversos objetos, como un casco de guerrero, incrustado con piedras preciosas, espadas, vasijas, hebillas de cinturones y otros objetos de gran delicadeza que arrojan luz sobre el desarrollo de la cultura anglosajona en los años posteriores al dominio del Imperio Romano, y cuya trascendencia historiográfica y arqueológica llena de orgullo a los ingleses. “No eran simples pobladores rudimentarios que se dedicaban al trueque…” dice Basil Brown y agrega: “Eran gentes que tenían una cultura desarrollada, capaz de crear obras artísticas de gran calidad”.

Pero en la otra “excavación” –la espiritual– también hay dos historias paralelas. Una nos narra las relaciones espirituales de Edith y Basil (no exentas de afecto, a pesar de sus distintos orígenes de clase), Edith salva a Basil cuando éste es sepultado por un alud que se precipita mientras el excavador recorre la zanja que se ha producido en el túmulo principal. Edith, incluso, llega a ilusionarse con la posibilidad de entablar una relación más íntima con su empleado, pero pronto se decepciona al darse cuenta de que Basil está casado. La otra historia que se desenvuelve en La excavación es la del matrimonio de Peggy (Lily James) y Stuart Piggott (Ben Chaplin), arqueólogos que participan en la excavación. El desinterés de Stuart por su esposa deteriora la relación; Peggy se enamora de Rory Flynn (Johnny Flynn), pariente de la viuda. Esta historia de amor y desamor es más directa, y no tiene la sutileza ni la profundidad de la relación entre Edith y Basil, pero hace más comercial la historia. En La excavación destaca la fotografía de Mike Eley, en la que se puede apreciar inmediatamente la influencia del director Terrence Malick (particularmente de su filme El árbol de la vida) y del laureado fotógrafo mexicano Emmanuel Chivo Lubezki. La excavación es una cinta recomendable, no solo por los conocimientos históricos, sino por la forma de escudriñar el espíritu de los personajes.