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En México y el mundo, la brutal desigualdad sigue matando
Durante el periodo de crisis (2020-22), en solo cuatro días los más ricos obtuvieron ganancias con las que podría acabarse la pobreza extrema en México, y con las ganancias de 42 días, terminaría con la pobreza en general.
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La pobreza y la desigualdad en el mundo siguen siendo brutales y conforme avanzan los días y los años se vuelven más amenazantes porque matan a una persona cada cuatro segundos, en tanto que la riqueza se concentra cada vez más en unas cuantas personas debido a que explotan el trabajo ajeno de otros hombres y mujeres.

Informes recientes de la organización internacional Oxfam revelan que el uno por ciento de la población más acaudalada posee dos terceras partes de la riqueza mundial, misma que ha aumentado en los años de la pandemia de Covid-19; mientras que, en el otro extremo, una de cada 10 personas en el mundo (820 millones) no tiene qué comer y muere de inanición.

La denuncia de la Oxfam destaca que la fortuna de los multimillonarios aumentó cada día dos mil 700 millones de dólares (mdd) y que, por otro lado, el salario de mil 700 millones de trabajadores creció por debajo de la inflación. El informe resalta que durante el periodo de crisis, en solo cuatro días, los más ricos obtuvieron ganancias con las que podría acabarse la pobreza extrema en México y con las logradas en 42 días se terminaría con la pobreza en general.

El bienio 2020-2022 fue el más mortal de la pandemia y la crisis económica que generó fue aprovechada por las 95 empresas de alimentación y energía más grandes, que duplicaron sus ganancias y acumularon 306 mil mdd. Según el análisis, este aumento extraordinario en la riqueza de las élites económicas fue propiciado por los recortes laborales y las exenciones y reducciones fiscales con que muchos gobiernos beneficiaron a los empresarios más ricos, algo que no se había visto en décadas.

Por ejemplo, mientras Elon Musk –propietario de una de las compañías de comunicación electrónica más grandes del mundo– pagó impuestos con una tasa real de tres por ciento entre 2014 y 2018, en nuestro país las microempresas debieron destinar el 30 por ciento de sus ingresos para cubrir el Impuesto Sobre la Renta (ISR). La diferencia, como puede verse, es abismal.

El informe La ley del más rico de la Oxfam ha vuelto a proponer a los estados nacionales del orbe la aplicación de un impuesto “solidario temporal” sobre la riqueza con una tasa del cinco por ciento, gravamen que de ser impuesto al magnate Carlos Slim aportaría al gobierno de México cuatro mil 100 mdd, monto con el que podrían contratarse 250 mil profesores para mejorar la educación pública en el país, servicio social básico que ahora se halla en una situación muy crítica y preocupante.

Sí, la desigualdad en el mundo ha llegado a límites extremos. En México, la pandemia generó “400 mil personas en extrema pobreza por cada nuevo superrico”, al tiempo que hacía más rico a Slim, quien además de ser el más acaudalado del país y América Latina es uno de los primeros 10 multimillonarios del planeta. El número de éstos en nuestro continente aumentó a 30 (21 por ciento), al mismo tiempo que 12 millones de personas se sumaban a la pobreza extrema.

La riqueza de Slim creció 42 por ciento (25 mil 500 mdd) desde que inició la pandemia; cada día aumentó 26 mdd y 787 mdd. Los superricos controlan el mundo desde 2020, cuando comenzó el Covid-19.

La Oxfam insista en aplicar tasas de impuestos más altas a los hombres más ricos y por esa vía enfrentar el aumento de la desigualdad y la pobreza; pero lo más probable es que esta propuesta quede solo en un llamado, una denuncia y una exhibición de las terribles “desigualdades que matan”, como la misma Oxfam dijo en enero de 2022, cuando aseguró que éstas “contribuyen a la muerte de al menos una persona cada cuatro segundos”.

Hoy, cuando se avanza hacia el primer cuarto del Siglo XXI, urge concientizar a la población mexicana de su papel decisivo para construir una sociedad diferente en la que los gobernantes tomen las banderas del pueblo y gobiernen en beneficio de éste. Urge que todos veamos la triste realidad y nos dispongamos a cambiar lo que está mal y entendamos que la riqueza que se produce entre todos es de todos y todos la debemos disfrutar mediante su distribución equitativa y evitando que se siga concentrando absurdamente. Por el momento, querido lector, es todo.


Escrito por Miguel Ángel Casique Olivos

Colaborador


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