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El diablo a todas horas
En la cinta El diablo a todas horas (2020) del realizador neoyorquino Antonio Campos, se muestra esa relatividad entre el bien el mal.
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Algunos grandes artistas –novelistas, poetas, dramaturgos, etc.–, han tenido la preocupación de mostrar la relatividad dialéctica que existe entre el bien y el mal. Aunque estas categorías no son estrictamente exclusivas de la filosofía, y se manifiestan sobre todo en la moral, en la ética y la religión), sí han sido abordadas desde el punto de vista filosófico. En estos momentos tengo presentes dos notables obras cumbres de la literatura mundial; una es Crimen y Castigo de Fedor Dostoeivski en la que el personaje central, Rodión Raskólnikov, derivada de sus meditaciones sobre el bien y el mal, llega a determinar la comisión de un asesinato, y el castigo no solo será el que le aplicará el Estado ruso, sino el que él mismo se autoinfligirá (al reflexionar sobre su horrendo acto). Esa frágil línea entre lo que es el bien el mal también se refleja magistralmente en la célebre obra del novelista alemán Thomas Mann, El Doctor Faustus, en la que se cuenta la historia del músico Adrián Leverkühn (personaje ficticio), quien vende su alma a Mefistófeles, lo cual le permitirá –durante 24 años– tener una actividad como músico genial –una metáfora sobre la efímera “gloria” que tuvo el pueblo alemán al “venderle” su alma al nazismo–. Éstas y otras obras del arte nos ilustran sobre esa relación dialéctica entre opuestos, los cuales no son absolutamente contrarios, sino que cambian de lugar incesantemente en el devenir histórico de los fenómenos naturales y sociales.

Guardando las evidentes proporciones, en la cinta El diablo a todas horas (2020) del realizador neoyorquino Antonio Campos, se muestra esa relatividad entre el bien el mal. Por supuesto, el filme no contiene la genialidad artística y filosófica de los dos grandes novelistas mencionados. Sin embargo, la cinta –en la que los críticos y reseñadores cinematográficos se inclinan por destacar los “oscuros sentimientos” de los personajes y el estilo “gótico”–, nos muestra a través de la vida de Arvin Russell (Tom Holland) que la maldad se disfraza de bondad y, viceversa, la bondad se enmascara en la maldad. Arvin Rusell nació en un pequeño pueblo del estado de Ohio, Estados Unidos; es ahí en donde su padre le enseña que ante los que les ofenden o amenazan, hay que saber defenderse, pero siempre buscando el momento oportuno y adecuado. Las lecciones del padre de Arvin le servirán para que en el futuro, siendo ya joven, enfrente las situaciones difíciles y determinantes de su vida. Pero la vida en aquellos lugares está llena de maldad (Antonio Campos no se propone analizar las causas de esa situación, simplemente describe los acontecimientos más atroces de la existencia de Arvin.) La prima de Arvin, también huérfana, es abusada mediante engaños por el predicador del pueblo; ella queda embarazada y ante tan difícil situación la joven decide suicidarse. Arvin, al conocer la verdad decide asesinar a predicador.

Antes de partir hacia un lugar lejano, Arvin se topa –al pedir “aventón” en la carretera– con una pareja de asesinos seriales que han cometido varios crímenes, utilizando el señuelo de que la mujer desea tener relaciones sexuales con los incautos que caen en su trampa. El diablo a todas horas es una mezcla de cine negro con drama de suspenso y cine de “terror gótico”. Pero, aunado al excelente trabajo de los actores participantes, lo que le ha ganado ser la cinta con mayor audiencia en las últimas semanas –en la plataforma streaming que la exhibe–, es la forma cruda en que nos presenta los avatares de un joven que, ante un mundo cruel y despiadado, tiene que tomar decisiones moralmente condenables por una sociedad hipócrita, en la que la sobrevivencia cotidiana depende del uso de la violencia; sociedad en la que el mal está embozado y el bien se abre paso “utilizando al mal”.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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