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Su obra, caracterizada por una concentrada construcción del lenguaje y una vocación trascendente que no evita el tono profético y el acento clásico.
Fue un poeta dedicado, estudió a fondo la forma y poder de las palabras, él mismo definió las ramas de su poesía en dos partes: “la poesía de la máscara”, que abarca temas íntimos; y “la poesía de proximidad o de grito”, que aborda temas sociales.
En sus primeros poemas, El violín del diablo (1926) y Miércoles de ceniza (1928) Tuñón describe a la juventud proletaria y al hampa de su país.