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¿No es un derecho ciudadano reclamar que no se reprima, que no se amenace, que no se insulte ni discrimine por hacer uso de los derechos que otorga la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos?, ¿de qué, si no, de ejercer su derecho de organización y petición se puede acusar al Movimiento Antorchista Nacional? Para todos aquellos que deseen y entiendan razones y argumentos recuerdo que durante los dos últimos meses, el señor Presidente de la República ha mencionado reiteradamente en sus discursos a nuestra organización, alterando su nombre y poniéndola como un mal ejemplo de organizaciones políticas, acusándola, incluso, de cometer delitos.
Mucha gente sabe ya que el señor Presidente se ha referido en incontables ocasiones a nuestra organización alterado burlonamente su nombre y llamándola “Antorcha mundial” y acusándola de haber sido “intermediaria” en la entrega de programas de ayuda en dinero, como Prospera, a la población más desfavorecida. No solo eso, nos ha acusado de quedarnos con parte de esos recursos a manera de “moches”, es decir, de haber estado robando a los pobres los recursos que el Estado trata de poner en sus manos. Desde el primer momento en el que fuimos mencionados, dimos cumplida respuesta argumentando que el Movimiento Antorchista no se había quedado jamás con un solo centavo de estos programas sociales, es más, que jamás habíamos manejado ninguna parte de ninguno de estos programas, más aún, que jamás habíamos ni siquiera solicitado a ninguna autoridad participar en esos programas de la manera en que se nos acusa.
Nuestras respetuosas, argumentadas y reiteradas refutaciones han sido completa y absolutamente ignoradas. Hemos sido muy importantes y del suficiente tamaño y trascendencia para colocarnos como el mal ejemplo que ya no se va a seguir, pero no hemos tenido la importancia suficiente para ocuparse de atender nuestras razones y reclamos. Después de dos meses de ataques y de nuestros rechazos tajantes, no ha aparecido ningún funcionario de ningún nivel que, con pruebas en la mano, demuestre en qué lugar, en qué momento, mediante qué personas y por qué montos llevó a cabo el Movimiento Antorchista las operaciones de intermediarismo a las que reiteradamente se ha referido el señor Presidente. Nada. Solo continúan las afirmaciones. La represión
En este contexto, el Movimiento Antorchista Nacional ha sufrido las muertes de algunos de sus miembros más jóvenes por sospechosos accidentes, anónimas amenazas de muerte a algunos de nuestros dirigentes y cientos de miles de insultos en las redes sociales. Ya anteriormente hemos aclarado que no hemos insinuado que tales acciones hayan sido ordenadas desde las más altas esferas del poder público, pero también hemos dicho enfáticamente que a nadie se le escapa que tales imputaciones causan el odio social y soliviantan a los elementos radicales de una causa cualquiera; por algo, la propia ley, pone límites a la exhibición pública de presuntos culpables en la comisión de delitos e incluso llega a poner en libertad a culpables verdaderos cuando se demuestra que se cometieron anomalías en el debido proceso. En este país, todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario; sin juicio, no debe ser ni siquiera sancionado al descrédito público, sanción que, por lo demás, no existe en la leyes mexicanas.
Otra vez, en este mismo contexto, más aún en el momento en el que ha cundido el desabasto de combustibles en varios estados del país y los problemas derivados de ello son la nota del día en los principales medios de comunicación, aparece en el horario estelar de uno de los principales canales de televisión, un reportaje que “informa” que el Movimiento Antorchista es propietario de estaciones de servicio; de las más de 12 mil estaciones de servicio que existen en el país y de los miles de propietarios muy pequeños y muy grandes que de ellas existen, solo resultó ser noticia estelar el Movimiento Antorchista Nacional. Esto, después de que en decenas de ocasiones se le ha acusado desde la más alta magistratura del país de “quedarse con moches”: la relación causa-efecto se dejaba, malévolamente en el “reportaje” de marras, a la inteligencia del televidente.
El lector interesado en informarse y no ser víctima de la manipulación mediática debe saber que el mencionado reportaje de Fátima Monterrosa no es más que un refrito de otro casi idéntico –hasta en imágenes– que apareció ¡hace siete años! Y que fue cumplida y cabalmente respondido por nuestra organización. Es más, la “actualización” del documento fue tan buena y veraz que incluyó la mención de una estación de combustible en Tlapa, Guerrero, que no tiene nada que ver con Antorcha y cuya propietaria real tuvo que protestar por los medios a su alcance para reafirmar la propiedad del establecimiento. No debo pasar por alto que, también este “reportaje”, como muchas otras notas periodísticas equivalentes, no deja de llamar a nuestra organización “grupo de choque”. ¿En dónde, cuándo, a quién hemos agredido violentamente en toda nuestra historia ya de 45 años? No lo dice, ya que no se trata de informar, sino de manipular, de atraer odio social sobre el Movimiento Antorchista sin importar que esté justificado o sea consecuencia de patrañas contadas desde medios influyentes.
Antorcha tiene estaciones de servicio, ello forma parte de su proyecto financiero de largo alcance. No es un secreto. Están registradas, pagan impuestos y se someten a todas las normatividades y competencia que rigen a este tipo de negocios. Jamás lo hemos ocultado. Es más, cada vez que logramos establecer un nuevo negocio de esta naturaleza (y de cualquier otra), hacemos fiesta, invitamos a miles de antorchistas de la región, a las autoridades locales y a los medios de comunicación y se declama, se canta y baila y se pronuncian discursos (discursos que, en su mínima expresión, no tuvo más remedio que incluir Fátima Monterrosa) alusivos a nuestro proyecto de constituirnos con nuestro trabajo en una verdadera organización del pueblo pobre de México que, para tener independencia política, tenga independencia económica y no necesite arrodillarse ante cualquier gobernante para desplegar su actividad.
No puedo dar por terminado este modesto pero muy sentido trabajo, sin hacer alusión a que el multicitado “reportaje” incluyó los nombres de algunos muy respetables y queridos antorchistas, algo así como mis hermanos, que fungen como propietarios de las estaciones de servicio y que tienen alguna relación de parentesco con el Secretario General del Movimiento Antorchista Nacional, el maestro Aquiles Córdova Morán, insinuando, por tanto, que las estaciones de servicio y sus utilidades son de su propiedad personal ¡qué lejos están de la verdad! Las estaciones de servicio y todos los negocios que ha fundado la organización rinden utilidades y, como lo hacen todos los dueños de negocios del mundo, éstas se destinan a los fines legales que a su interés conviene, en este caso, a sufragar los gastos de la lucha gestionaria absolutamente legal y a la intensísima promoción de la cultura y el deporte, pues Antorcha ocupa, a mucho orgullo, uno de los primeros lugares nacionales en la promoción de estas actividades.
En cuanto al maestro Aquiles Córdova Morán debo decir que es, como dijo Pablo Neruda, “hijo de pobres, padre, tío, primo, hermano carnal, y cuñado de los pobres, de todos, de mi patria y de las otras”, es un líder absolutamente honrado y, por tanto, respetadísimo por sus compañeros, que el día en que abandone este mundo no le va a heredar nada a nadie, como no sea ese poderoso instrumento contra los abusos y las injusticias hacia los más pobres de México que es el Movimiento Antorchista Nacional. El maestro Aquiles Córdova Morán es un luchador social de toda la vida, es un intelectual revolucionario de una formación teórica extremadamente sólida como lo puede constatar quien se tome la molestia de estudiar sus discursos y sus escritos. Es uno de los mexicanos más cultos que existen. Es un hombre bueno. Esté usted absolutamente seguro, amable lector, de que, si se tratara de un sujeto, de los muchos que existen, que acumulara fortuna para su disfrute y el de su familia y a ello se dedicara, no se le atacaría con tanta saña y la organización que ha fundado y dirigido, no estaría a diario en el discurso presidencial, como no lo están las organizaciones más ricas y poderosas ni lo están las bandas asesinas de este país. ¿Me equivoco? Esto no es cuestión de “moches” ni de aplicación de la justicia, es la consecuencia necesaria de la política de Morena que exige el monopolio de la representación del pueblo de México y no tolera la existencia de otras organizaciones que lo representen y por él reclamen –como sucede con Antorcha por estos días–. Morena es la expresión de una política intolerante muy peligrosa para México entero.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".