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Cascabel Mojave y Letras fugitivas
En días pasados tuve la oportunidad de asistir a la presentación de los libros Cascabel Mojave y Letras fugitivas, de Gabriel Hernández García. En este espacio vierto mi comentario sobre ambos textos.
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En días pasados tuve la oportunidad de asistir, en la ciudad de Oaxaca, a la presentación de los libros Cascabel Mojave y Letras fugitivas, de Gabriel Hernández García. En este espacio vierto mi comentario sobre ambos textos.

Cascabel Mojave es un libro en el que se abordan asuntos poco comunes en la narrativa mexicana. Los temas más recurrentes en los escritores contemporáneos se relacionan con el narcotráfico y la corrupción política. En Cascabel Mojave, en cambio, el autor da voz al pueblo de México; y en sus cuentos describe la idiosincrasia y las costumbres de la población trabajadora, que representa la fuerza viva de nuestro país. Esta característica es la que hace muy particular la colección de relatos, en los que el pueblo canta su vida, sus penas, sus alegrías, sus aspiraciones. Es, en síntesis, una oda dedicada al pueblo mexicano.

En este punto me es necesario hablar del autor. Gabriel Hernández es un luchador social desde hace más de 30 años; ha contribuido a mejorar la vida de sus paisanos y ha dado otro rostro a los lugares donde lleva su lucha. Esto significa que ha vivido, sigue viviendo, en las entrañas del pueblo mexicano. Por ello, lo que nos relata en Cascabel Mojave no surgió de su imaginación de escritor; y sus cuentos están embebidos de la realidad que observa y que ha compartido de su brega diaria contra los pesares del pueblo mexicano.

En Editorial Esténtor consideramos importante publicar un libro con estas características porque es imperativo dar voz a los mexicanos; es necesario contar sus historias y dar fe de su existencia en un país que cada vez los olvida y relega más. Y no hay mejor narrador, no hay mejor voz para esas historias, que la de quienes han vivido y sufrido con el pueblo.

Quiero dedicar unas líneas al cuento Los árboles mueren de pie, que además de carecer del mínimo ingrediente de ficción literaria, fue escrito en homenaje al líder social Miguel Cruz José, quien en diciembre de 2010 fue asesinado por caciques oaxaqueños. En este relato se reseña la vida de un gran hombre que la entregó en su lucha por la emancipación y el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores del mundo. En la figura de este personaje hay un claro reconocimiento a la labor que hizo Miguel en vida y a lo mucho que ayudó a su gente.

Finalizo mi comentario con el poemario Letras fugitivas, libro con el que Editorial Esténtor mantiene su objetivo de dar voz a los poetas que no tienen espacios para difundir sus obras –en específico a los jóvenes– e intenta revertir la tendencia cada vez más dominante, en México y el mundo, de no publicar poemarios porque no son redituables para la mercadotecnia libresca.

Lo primero que pude notar en Letras fugitivas –todo poemario es un enramado que muestra a su autor como ser humano complejo– es que la sensibilidad de Gabriel Hernández está volcada a invocar los albores del amor, el afecto profundo por su hija, la traición y, asimismo, en definir la concepción de la lucha revolucionaria en un México cada vez más conmocionado.

En este poemario, además, el lector puede advertir la gran habilidad que su autor tiene para conectarse instantáneamente de manera natural, compartir sentimientos e ideas; e identificarse plenamente con él, una asociación que no muchas obras actuales logran.

Quien lea estos poemas encontrará el alma del ingeniero Gabriel al desnudo y sentirá que escucha la voz de un viejo amigo que le dice que hay que seguir adelante en la batalla diaria, sin desfallecer y que hay que saborear lo bello de la vida aún en los hechos y cosas más fútiles. 

Por todo lo anterior recomiendo a mis escasos seguidores la lectura de Cascabel Mojave y Letras fugitivas.


Escrito por Libia Carvajal

Colaboradora


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