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Espartaco (II de III)
Los historiadores coinciden en que Espartaco murió en la batalla; que antes de empezar ésta, él mató a su caballo para ir a combatir a pie, dando un gran ejemplo a los soldados del ejército de esclavos que lo siguieron en su gran aventura social.
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Las distintas facetas, tanto artísticas como políticas de Espartaco, hacen de éste un filme fuera de serie. Acusada de “comunistoide” la cinta de Kubrick se salió del esquema hollywoodense al presentarnos una narración histórica, que, si bien no se apega estrictamente a la Historia, sí refleja en su esencia la gran lucha de los esclavos en contra de su terrible opresión. En una de las secuencias, Espartaco (Kirk Douglas)  tiene un encuentro con un mercader pirata con el que hace trato para adquirir 500 barcos; los esclavos sublevados tratarán de huir hacia Cilicia (Sicilia) en estas embarcaciones,buscando un territorio propio, difícil de someter por las fuerzas imperiales; este mercader le pregunta a Espartaco: “¿Si tú sabes que de todos modos vas a sucumbir en esta lucha, por qué quieres hacer este trato conmigo, porque no huyes tú y te salvas?”, y el héroe le responde: “Para los esclavos, por todos los sufrimientos que padecemos, la muerte es la auténtica salvación”. Esta respuesta dada en la narración de Kubrick es estremecedora, dado que refleja con hondura la dura, la brutal realidad en la que vivían los esclavos.

Antoninus el esclavo de Craso, huye y se incorpora al ejército de Espartaco y, dada su cultura y condición de poeta, pronto se gana la confianza y amistad del caudillo tracio. También es importante el papel de Varinia (Jeane Simmons), mujer de Espartaco, no solo por ser la consorte del líder de los esclavos sublevados, sino porque al final del filme de Kubrick, cuando el ejército de esclavos es derrotado por las legiones romanas, es encontrada por Craso en el campo de batalla (ella da a luz al hijo de Espartaco bajo el fragor de la contienda bélica), y Craso la lleva a su mansión en Roma. Él pretende que ella lo ame; en su intenso deseo de ser correspondido por la esclava, originaria de Bretaña, llega a amenazarla con matar a su hijo. Varinia le cuestiona al general romano: “¿Y tú cómo quieres que yo te ame, si me amenazas con matar a mi hijo?... ¿Le tienes miedo a Espartaco y por eso quieres poseer algo de él?”. Varinia logra escapar del control de Craso por la acción concertada del senador Graco (Charles Laughton), enemigo político de Craso y de Léntulo Batiato (Peter Ustinov), mercader de esclavos, quien tenía en Capua su centro de entrenamiento de gladiadores–en donde inició la rebelión de esclavos más grande de la historia del mundo antiguo–, y al presentarse ella en la casa del senador Graco, éste le da un documento en el que obtiene su libertad y la del hijo de Espartaco. Léntulo recibe dos millones de sestercios por haber logrado sustraer de Craso a la mujer del líder de los esclavos y para que la lleve a la ciudad romana Aquitania y pueda vivir en libertad.

Antes de estas secuencias, el filme nos presenta en ese tono –influencia del cine europeo- neorrealista italiano, las escenas bélicas en las que es derrotado el ejército de Espartaco; los soldados del ejército de esclavos no son hombres bien alimentados, bien parecidos y cuyos rostros reflejen codicia, soberbia, etc.; son hombres y mujeres que han sufrido la sobreexplotación, la miseria y las peores humillaciones; son hombres y mujeres que con el experimento social que están defendiendo, buscan vivir en un mundo mejor; están materializando el sueño de la libertad, que es efímero pero que, para esos parias, vale la pena vivir, aunque pronto termine, dadas las circunstancias sociohistóricas. Kubrick logra reflejar en su narración cinematográfica cómo el Imperio romano tuvo que emplearse a fondo, utilizando a sus mejores ejércitos, sus más experimentadas legiones y mejores generales (Craso, Pompeyo y Lúculo) para poder enfrentar y derrotar al mayor peligro que jamás había tenido el sistema esclavista antiguo. Más de 120 mil hombres que desde tres distintos puntos se congregaron en Río Silario para envolver y aniquilar a los sublevados. Los historiadores coinciden en que Espartaco murió en la batalla; que antes de empezar ésta, él mató a su caballo para ir a combatir a pie, dando un gran ejemplo a los soldados del ejército de esclavos que lo siguieron en su gran aventura social. Pero el cineasta que hoy nos ocupa nos da la versión de que Espartaco fue apresado después de perder la batalla; y en el momento que Craso les ofrece a los miles de esclavos derrotados, perdonarles la vida a quienes le indicasen quién era Espartaco, éste se levanta para decir que él es; pero, casi instantáneamente, miles de esclavos se levantan para gritar “Yo soy Espartaco”. Una solidaridad como ésa solo es posible entre los “Condenados de la Tierra”, utilizando los términos de Franz Fanon.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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