El capitalismo es el capitalismo, aunque contrate poetas para hermosearse”.

Adolfo Sánchez Vázquez

 

“El nombre de Lenin, todavía hoy, ha resistido las más inteligentes y sutiles cooptaciones. Si los poderosos pretendieron construir un Antonio Gramsci edulcorado y adorador del Parlamento burgués; si quisieron dibujar un León Trotsky simpático e inofensivo, caricaturizado como un exótico disidente; si trataron de ridiculizar a Walter Benjamin transformándolo en un ingenuo y académico crítico literario; si intentaron convertir a El Ché en un póster de mercado y un afiche pop; si se esforzaron por diluir la pasión y el pensamiento anticapitalista de Rosa Luxemburgo disfrazándola con los vestidos deshilachados de una inocente socialdemócrata; con Lenin no pudieron. Para el sistema de explotación y dominación sigue siendo un hueso duro de roer”, sostiene el politólogo argentino Atilio Boron en el estudio introductorio de la magnum opus leninista: ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento, que publicó ediciones Luxemburg (misma que editó Cómo el marxismo transforma el mundo, de Gu Hailiang), en 2004.

Lo que hace 20 años planteaba Atilio sigue siendo vigente. El líder bolchevique sigue siendo duro de roer. Tanto, que siguen intentando por todos los medios descalificarlo.

En el 2020, justo cuando se cumplían 150 años de la muerte del líder bolchevique, la editorial Ático de los libros publicaba la obra del historiador y periodista budapestino Victor Sebestyen titulada Lenin: una biografía.

No es mi intención hacer una reseña del libro, sino expresar algunas apreciaciones en torno a su publicación.

No es nuevo para nadie que en el marco de algún año conmemorativo, en este caso, sobre un personaje tan determinante para el Siglo XX y el curso de la historia como lo es Lenin, se editen y reediten textos viejos, nuevos, en pro o en contra de su pensamiento y obra. 

Cientos de plumas han escrito en torno a Lenin, algunos demasiado dogmáticos y cargados de propaganda prosoviética que poco ayudan al mismo Lenin y que preferiría defenderse solo; otros más, y son quienes tienen mayor publicidad mundial, gastan millones para tratar de culparlo, de hacer hincapié en que es debido a “su pensamiento que germinó el autoritarismo stalinista y, por tanto, el culpable de millones de muertos”.

Este año se conmemora el 100 aniversario luctuoso de Lenin y ya comienza a asomarse nuevamente la intelligentsia que se erige en juez infalible para concluir verdades, dicen ellos, comprobadas minuciosamente. Es el caso de Sebestyen.

Nada que pueda sorprender, pues comienza a ganar reconocimiento internacional por su obra de 2017, Lenin el dictador y el maestro del terror, como no podía ser de otra manera, siendo finalista para el Premio Longdord en Reino Unido, el Premio Plutarco y el Premio PEN Jacqueline Borra Weld de biografía en Estados Unidos. “Construyó un sistema basado en la idea de que el terror político contra los oponentes estaba justificado para un fin mayor. Fue perfeccionado por Stalin, pero las ideas eran de Lenin”, concluye en dicho libro.

En su primer número de este año, Letras Libres publica la entrevista que le hace el jefe editorial de la revista en España, Daniel Gascón, al autor del libro, donde plantea las mismas conclusiones de tal calibre intelectual como que Lenin odiaba a los burgueses pero vivía como ellos porque le gustaba pescar y cazar.

En octubre de 2017, la misma revista publicó un texto de Lenin el Dictador poniendo de relieve que “Vladimir Putin no tiene estas mismas intenciones... (quitar el Mausoleo de Lenin) más bien, en 2011 autorizó un presupuesto considerable para repararlo, ya que existía el riesgo de que se derrumbara. El culto a Lenin sobrevive, quizás alterado por el paso del tiempo. El abuelo de Putin, Spiridon, fue el cocinero de Lenin después de la Revolución Rusa, pero no es el sentimiento de la familia del actual presidente lo que ha mantenido la figura de Lenin in situ. El llamado inequívoco es a mostrar continuidad histórica, el ideal de que Rusia todavía necesita un líder autocrático, dominante y despiadado... un Jefe, en ruso, el Vozhd. La tumba de Lenin, en su momento, simbolizó una ideología internacionalista: el comunismo mundial. Hoy se ha convertido en un altar para el renaciente nacionalismo ruso”.

Que Letras Libres haga tal campaña tampoco es novedad, viniendo de una revista que dirige el palafrenero Krauze, y que se dice heredera de Vuelta, revista del liberal Octavio Paz, ambos apologistas del libre mercado.

Como se deja ver, el galardonado autor es enemigo de la despiadada autocracia rusa, es decir, este autor es sólo un ejemplo más y el principio de lo que se verá durante este 2024. Irán saliendo fritos y refritos, intentonas que seguirán haciendo todo lo posible para manchar el pensamiento y obra del hueso duro de roer, pues la consigna es muy clara: impedir el retorno de Lenin. Sin embargo, es inevitable.