Joaquín Francisco Zarco Mateos fue diputado del Congreso Constituyente de 1856-1857, Ministro de Asuntos Exteriores del expresidente Benito Juárez y durante la Intervención Francesa (1862-1866) vivió exilado en Estados Unidos. Fue primo del eximio político liberal Ignacio Ramírez; ascendiente del escritor Juan A. Mateos y del expresidente Adolfo López Mateos (1958-1964). García Cantú afirma que distinguió con claridad la diferencia conceptual que hay entre los términos pueblo y vulgo, ya que éste se aplica a “ignorantes, fanáticos, tímidos e inconsecuentes” (quienes predominan donde “hay dinero y propiedades”), en tanto que el primero se utiliza para aludir a los indígenas y mestizos pobres “que viven de su trabajo”.
El ensayista cita estas líneas que Zarco dedicó a la Intervención Francesa (1862-1867): “Solos mantuvimos el fuego de la Independencia durante once años, solos afianzamos la independencia, solos burlamos las tentativas de reconquista, solos hemos adelantado en el sendero de la civilización. Solos, pues, tenemos que salvar nuestra autonomía, o al menos nuestro honor y nombre, seguros de que sean cuales fueren nuestros, no hay ya conquistas que puedan extinguir las nacionalidades que defienden vigorosas su derecho de existir”. Así resume el ensayista la obra de su biografiado:
“Nadie, en la lucha por crear nuestro país, ha combatido con armas limpias y nobles como las de Zarco. Durante 20 años escribió de la necesidad de la educación para el pueblo, la instrucción para los artesanos, la libertad de conciencia, la independencia del gobierno frente a todos los poderes, la libertad de escribir, reunirse, hablar y creer, de la urgencia de reglamentar la distribución de la tierra, incrementar el comercio, exterminar los abusos contra la industria, civilizar los métodos carcelarios, trazar caminos, establecer la marina mercante, expulsar a los ladrones de los puestos públicos, darle libros al pueblo, colonizar nuestras tierras, abolir la impunidad de los militares, mejorar las condiciones de los obreros, juzgar a los delincuentes con un código penal sin venganzas, respetar la ley, evitar el aislamiento político de la nación, asociarnos con dignidad a todos los países, defender la integridad del territorio y combatir siempre, en todo instante, por la independencia de la nación. Su legado son las más cabales ideas del liberalismo, escritas con el fervor de un hombre que amó a su patria”.