A los pronósticos negativos para el futuro inmediato habrá que añadir el endurecimiento de la política migratoria estadounidense, que afectará a millones de trabajadores migrantes latinoamericanos (de México, en primer lugar, por ser paso obligado de fuerza de trabajo de otras partes del continente).
El Reporte Especial de esta semana nos hace concluir que, en muy corto plazo, la situación de los migrantes será peor que nunca y la relación bilateral México-Estados Unidos sufrirá un deterioro muy desfavorable para nuestro país.
No ha sido nada suave la mano del gobierno de Joseph Biden con los migrantes que desean ingresar a Estados Unidos en busca de empleo, de un ingreso que les permita sostener a su familia y que en su país es impensable conseguir; pero de los cientos de miles que cada año solicitan asilo es muy reducido el número de quienes logran ingresar a aquel país y permanecer legalmente en él; y muy grande el de los que son deportados por las autoridades migratorias.
En la pugna electoral entre los dos partidos gobernantes, el Demócrata y el Republicano, el migratorio es un tema de gran actualidad, pues quienes intentan cerrar el paso a la reelección de Biden usan como arma la política migratoria de su gobierno, a quien exigen mayores restricciones a la entrada de migrantes. Los demócratas no responden que los republicanos se equivocan al proponer una política irracional, xenofóbica e inhumana; lo que dicen es que se equivocan al afirmar que la política del actual gobierno es blanda, puesto que han deportado a millones de indocumentados y que están dispuestos a reforzar la vigilancia a lo largo de la frontera con México.
Recientemente, respondiendo a las críticas a la política migratoria de Biden, el secretario de Seguridad Interior informó que desde mayo de 2023 se había expulsado a 350 mil extranjeros que no contaban con visa; y ante un comité del senado declaró que a lo largo de la presente administración han sido deportados más de seis millones de migrantes.
Sin importar el resultado de las elecciones, la política migratoria será de mano dura: lo exigen los republicanos y lo prometen los demócratas; entre ellos no hay diferencia más que en el nombre: para unos, “democracia” no es más que dictadura imperialista y para los otros, “república” es el imperio del capital.
Nada positivo habrá con el triunfo de ninguno de los dos partidos; algo bueno podría traer, sin embargo, la confrontación entre las dos fuerzas políticas: que cayera la venda de los ojos de algunos que aún creen que Estados Unidos es una democracia y que llaman dictaduras a los gobiernos que aún luchan por independizar del imperialismo a sus pueblos.