De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la brecha salarial entre hombres y mujeres es uno de los tres aspectos más importantes de la desigualdad de género.

El informe de la OCDE detalla que: “cuando las mujeres trabajan lo hacen de manera parcial; tienen menos probabilidades de avanzar a puestos directivos, son más propensas a enfrentarse a la discriminación y ganan menos que los hombres”.

Por su parte, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) destaca que la desigualdad entre hombres y mujeres es un problema que persiste en diferentes ámbitos a nivel mundial, y las féminas son las que presentan las mayores desventajas.

Además, esta problemática se profundiza en los hogares, donde hay grandes brechas y segregación en el trabajo no remunerado, que limitan a las mujeres en las oportunidades económicas y laborales.

Datos arrojados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) permiten visibilizar la concentración del poder y las relaciones de jerarquía en el ámbito público, mismas que contribuyen a la brecha de género y desigualdad, en la que según datos de las Oficina del Inspector General (OIG): "la participación de las mujeres en los cargos públicos a nivel local no alcanza el 30 por ciento, manteniéndose el acceso al poder político y económico, concentrado en los hombres, a pesar de Leyes de participación paritaria".

Ejemplo de esta disparidad son los datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), que sostienen que los hogares que tienen como fuente económica a una mujer presentan mayor rezago educativo y carencia en alimentación.

“El 26.4 por ciento de las familias con jefa de hogar presentan rezago educativo y 19.1 por ciento tienen carencia por alimentación nutritiva y de calidad; las cifras para las familias con jefatura masculina se reducen a 22.2 y 16.4 por ciento respectivamente”.

Las brechas siguen siendo grandes, el camino es largo y es muy probable que sólo las políticas, la educación y la constante lucha evoquen un cambio que priorice la igualdad de oportunidades, no sólo por el bien de un género, sino porque eso cambiaría el futuro de los miembros de familias que tienen como fuente económica a una mujer, concluye el informe del CONEVAL.