No son nuevos los últimos acontecimientos en México. El deterioro del sistema educativo se ha intentado superar con algunas reformas, pero éstas no han tocado los problemas de fondo y se han limitado a mejorar relativamente los aspectos laborales del sector magisterial en lugar de dotar a éste con herramientas más efectivas. Ésta es la razón por la que los resultados de la prueba PISA 2022 no fueron una sorpresa ya que, desde hace muchos años, México ha reprobado en comprensión lectora, matemáticas y ciencias; pero lo que sí horroriza es que ahora la caída en estas habilidades ha sido más profunda, sobre todo en matemáticas. Al margen de que esta información de PISA pueda ser útil para la toma de decisiones correctivas, hasta ahora sólo ha servido para evidenciar ante los ojos crédulos de muchos ciudadanos que el actual Gobierno Federal, que se autodenomina izquierdista, que con discursos demagógicos alardea y pretende tapar el Sol con un dedo, tampoco tiene buenas cuentas en educación.
Por más que el gobierno morenista difunda que con la Nueva Escuela Mexicana ahora sí se atienden las necesidades educativas; que la atención al estudiantado durante la pandemia fue de lo mejor; que los nuevos libros de texto gratuitos son insuperables y que la información de PISA es un ataque del neoliberalismo contra el “gobierno de los pobres”, lo cierto es que, en sus manos, el sistema educativo nacional se ha deteriorado; sus limitaciones y fallas se deben a que las tres titulares de la Secretaría de Educación Pública (SEP) durante este sexenio se han exhibido como personas improvisadas y tan carentes de oficio que, inclusive, parecen haber participado en un concurso de ineficiencia. Y a estos problemas hay que agregar un presupuesto educativo bajo; y los salarios de hambre de los profesores, muchos de los cuales trabajan en otras actividades o doblan turno.
Durante la pandemia de Covid-19, el abandono de la educación pública fue evidente; y mientras el gobierno morenista vociferaba que el modelo a distancia era un éxito, los padres de familia, los maestros y los estudiantes daban tumbos para que la educación no se derrumbara completamente. Y aun así, más de un millón de estudiantes abandonó la escuela; y la infraestructura escolar que, por sí misma no cubre las necesidades del estudiantado, sufrió otro tanto.
El gobierno actual, además, eliminó las Escuelas de Tiempo Completo (ETC), que permitían a miles de estudiantes sortear la injusta distribución de la riqueza. Y para qué recordar la fuerte polémica generada por la nueva edición de los libros de texto, cuyo contenido resultó superficial, carente de enseñanza científica y pensamiento lógico matemático, además de que algunos de los textos están permeados con postulados “ideológicos” poco claros que únicamente lograron espantar a la “derecha conservadora”.
Las cosas están tan mal en la educación que cualquiera con dos dedos de frente notaría el desastre. ¿Y qué es lo que hay? Un desinterés criminal del gobierno morenista de la llamada “Cuarta Transformación”, cuyos estrategas saben que si educan al pueblo de México con enseñanza científica, en poco tiempo se les acabaría el circo; porque un pueblo educado no creería en sus patrañas, ni se dejaría manipular. Por ello niegan a la juventud un futuro mejor y se pusieron furiosos con la prueba PISA, que los exhibió como lo que son, un gobierno inculto y manipulador.
Pero el tiempo, tarde que temprano, los pondrá en su lugar; pues no hay enfermedad que dure 100 años, ni enfermo que la aguante, y ellos son una verdadera enfermedad para los mexicanos.