México se ha posicionado como destino atractivo para el modelo de negocio nearshoring, práctica que permite trasladar la producción, fabricación y otros procesos de negocio a países vecinos. En los últimos años, empresas de Estados Unidos y Canadá han considerado a México como una alternativa para asentar y enviar sus fábricas por la proximidad geográfica y los costos competitivos.

Si bien la Inversión Extranjera Directa (IED) en México ha mostrado niveles importantes, hay una creciente preocupación sobre el fenómeno nearshoring. Según cifras de la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF), las ciudades, donde se instalan las empresas, han aumentado su costo de vida, entre ellos Tijuana, con 12 por ciento; Ciudad Juárez, 8.3 por ciento; Monterrey, 9 por ciento; y Saltillo, 8 por ciento.

Generalmente las empresas que se instauran no se encuentran apegadas a regulaciones y desatienden los aspectos sociales de las regiones a las que llegan, provocando conflicto social, precarización laboral y daño ambiental, acusan investigadores, defensores de los trabajadores y representantes del ámbito empresarial.

La presidenta de la Iniciativa Ciudadana y Desarrollo Social (INCIDE Social), Clara Jusidman, comentó: “si quieren atraer nearshoring, no piensen solamente en las necesidades de la empresa, también qué sucederá con la gente que va a fluir de muchos lugares hacia donde se abran estos consorcios, ya que ahí habrá necesidad de construir colectividad y un nuevo tejido social”.

Además, el presidente nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX), José Medina Mora, destacó que “tenemos una limitación en el uso del agua, una mala gestión del líquido, por lo que se desperdicia y esto significa que es difícil que muchas de las empresas vengan a invertir, precisamente por no tener la suficiente agua”.

Medina Mora sostuvo que muchas empresas, sobre todo de Estados Unidos, advierten que si deciden invertir en México lo harán en la frontera para lidiar "sólo" con la inseguridad de la “última milla”, generando que exista una diferencia en el incremento del PIB en diferentes partes del país y una notoria desigualdad, ya que mientras unas zonas crecerían al 12 por ciento, otras más sólo un 2 por ciento.