Esta colección de ensayos políticos del historiador, periodista y maestro universitario (Puebla, 1917-2004) fue escrita con el propósito de recoger, describir y evaluar lo que el propio Gastón García Cantú llamó las “actas de los ideales colectivos” que el pueblo mexicano generó para sacudir lo que aún predominaba del colonialismo español en la cultura política nacional en la segunda mitad del Siglo XIX. La integran 30 análisis multidisciplinarios que repasan los hechos históricos de los héroes más relevantes (Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Cárdenas, etc.); las propuestas políticas e ideológicas de periodistas y legisladores de excepción como Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano y Francisco Zarco; la política exterior y los conflictos de mayor dimensión en las relaciones con Estados Unidos, la mayoría generados por la voracidad de los gobiernos imperiales de Washington sobre el territorio, los recursos naturales, el mercado interno y las actividades políticas de México.

Entre los numerosos atractivos de libro resaltan un retrato literario de don Miguel Hidalgo y Costilla; la aclaración de que desde diciembre de 1811 el Padre de la Patria ordenó el retiro del retrato del rey de España Fernando VII del recinto gubernamental de Guadalajara; que el día cinco de diciembre decretó la entrega de tierras a los pueblos indígenas y al día siguiente la abolición de la esclavitud y la supresión de las gabelas y papel sellado. Otra de las aclaraciones de Gastón García Cantú fue que el Plan de Casa Mata, con el que Agustín de Iturbide fue depuesto y obligado a desistir de su “imperio”, fue originalmente propuesto por Felipe de la Garza con el nombre de Plan de Veracruz; luego por José Antonio Echávarri; y días más tarde por Antonio López de Santa Anna. El proyectado “primer imperio mexicano” incluía la absorción de la Capitanía General de Guatemala y sus cuatro provincias: El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.

También resaltan las revelaciones de que en 1877, cuando recién gobernaba el país el futuro dictador militar Porfirio Díaz Mori, se fundó un Gran Comité Comunero en la Ciudad de México; que poco después se creó en Puebla la primera Liga Campesina y que el siete de julio de 1878 se fundó el Partido Socialista Mexicano (PSM), en cuyo periódico La Revolución Social advirtió que su objetivo era lograr “a la mayor brevedad posible conquistar por la vía legal el poder político de la República para implantar la ley de pueblo”. Gastón García Cantú destaca que los miembros del PSM se autodesignaban “comunistas para distinguirse de los que no aceptaban que el proletariado se constituyera en partido de clase”, y que desde los años 40 del Siglo XIX, a los militantes socialistas del país se les calificaba de “rojos”. Entre éstos se hallaban los periodistas, escritores y legisladores Francisco Zarco, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Guillermo Prieto y Filomeno Mata, además del jurista Ignacio Vallarta.

El también historiador y político Jesús Reyes Heroles atribuyó a estos personajes la creación de la corriente ideológica conocida como “liberalismo social”, una variable específicamente mexicana de la socialdemocracia o socialismo europeo del Siglo XIX.