La polémica sobre el trato a los animales es estimulada constantemente por los medios de comunicación; pero éstos dirigen su atención sólo hacia las mascotas más comunes, perros y gatos, mientras la desvían de los demás animales, incluidos los que son usados como alimento humano, a pesar de que se practican formas más rápidas y menos dolorosas para matarlas; aunque una muerte “digna” de poco le sirve a una vaca que al día siguiente será convertida en varias decenas de hamburguesas. La “protección” hoy beneficia también a los animales que eran utilizados en circos y se busca prohibir las corridas de toros en muchas regiones y ciudades de México, España y otros países de Latinoamérica donde aún existe este espectáculo.

Sin embargo, los enternecedores “lomitos”, “patitas”, “perrijos” y “michis”, suelen ser los principales sujetos de atracción popular en las primeras planas de los medios impresos, programas estelares de televisión y radio; en actos públicos donde las fuerzas armadas derraman lágrimas de cocodrilo ante efigies de canes heroicos; en las leyes cada vez más severas contra quienes maltraten mascotas; y en campañas de sensibilización con las que se invita a la gente a procurar el “bienestar del animal”, incluso evadiendo los graves problemas sociales que afectan a gran parte del pueblo de México.

Pero todo esto no es fruto de la casualidad; porque resulta más barato y fácil entretener a la población nacional con este tipo de problemas que llamar la atención, cuestionar y denunciar la extrema pobreza y desigualdad que muchos mexicanos padecen, mientras unas cuantas familias acaparan la riqueza del país; o plantear preguntas como éstas: ¿Por qué no se prohíbe la indebida apropiación de la riqueza? ¿Por qué no se mete a la cárcel a los patrones que explotan y abusan de los trabajadores? ¿Acaso estas prácticas no serían más humanitarias que las otras?

Es correcto que los ojos estén fijos en el maltrato animal; pero la mayor prioridad de la gente, medios de comunicación, legisladores y juristas debe enfocarse en evitar y corregir el maltrato humano; sobre todo ahora que la mala política económica aplicada por el gobierno morenista ha provocado que se profundice y perpetúe la escandalosa desigualdad prevaleciente en México. Mientras el gobierno, apoyado en cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), hace alharaca de que la pobreza ha disminuido, investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revelan que sus índices no se han movido un ápice, y que ahora hay dos millones de personas más en pobreza extrema que en 2018.

Y mientras la prensa hace gran escándalo por la violencia cometida contra algún “lomito”, los medios callan los actos de desesperación, extorsión y hambre que sufren miles de migrantes; las múltiples y cotidianas ejecuciones por decapitación, desaparición y secuestro del narcotráfico; las represiones violentas de la Guardia Nacional contra la disidencia ciudadana, y el casi millón de muertos que provocó la pandemia de Covid-19 debido a la ineficiencia médica del gobierno.

Para mantener en silencio criminal todo esto, es muy útil hablar de mascotas. Pero para la reflexión queda esta estrofa de la canción Las casas de cartón, del compositor Alí Primera:

 

Usted no lo va a creer:

pero hay escuelas de perros

y les dan educación

pa’ que no muerdan los diarios,
[pero el patrón

hace años, muchos años

que está mordiendo al obrero.