Nació en Singapur, el 22 de noviembre de 1933. Poeta y crítico literario, es considerado pionero de la literatura inglesa en Singapur. Fue director en jefe del Centro para las Artes en la Universidad Nacional de Singapur, donde ha sido decano de la Facultad de Artes, de la Facultad de Ciencias Sociales y luego, profesor emérito. De joven buscó inspiración y conocimiento en escritores ingleses, pues vio similitudes entre la lucha nacionalista de Irlanda y la ruptura del colonialismo en Singapur. Agregó a su obra los mitos e historia irlandeses, lo que le sirvió de inspiración para su poema más conocido, Ulises de Merlion.
En la década de 1950, sus poemas viraron a la lírica influida por su propia experiencia; habló de cuestiones estéticas, metafísicas con influencias de la tradición literaria inglesa. Como reflejo de su creencia personal de que los poetas del Singapur postindependiente deberían compartir la responsabilidad de crear una literatura nacional, en su segundo volumen de poesía, Gods Can Die, abordó sustancialmente la vida nacional de Singapur. Ulises de Merlion y Un tercer mapa, publicados a finales de la década de los 70, lo terminaron de definir entre los críticos como “poeta nacional”.
También ha contribuido al desarrollo de la literatura de su país como antólogo y crítico. Ha compilado y editado varias antologías como The Second Tongue, The Flowering Tree y The Anthology of ASEAN Literatures. Continúa publicando artículos y críticas sobre la literatura de Singapur y asesorando a escritores jóvenes y emergentes.
Hawai
Arriba de estas grises lomas volcánicas, tímidos, diminutos
matorrales con minúsculas flores secretas, se espesan
y aman en ondulante hula-hula de luz de luna.
Ellos empiezan a temblar, arden cuando el sol
con todos sus remedios, corona los picos, y desata
diablos de polvo para espantar y sorber desordenados
[ventisqueros.
Ascendiendo, la savia del viento duplica nuestro pulso,
duro y húmedo, moviendo espíritu y cuerpo,
amalgamando su expresión. Curva y flanco
cambian actos decisivos en sutil y profunda entrega.
Tus ojos son palabras levantadas del ámbar,
Tus cejas, horizontes esperando los colores de la tarde.
Cuando el día comienza a enumerar sus promesas, la isla
vuelve y suspira y sueña alrededor de tu ombligo.
Entonces nuestra sangre galopa, crin zumbando
cada nervio, haciendo arcoíris minúsculos
entre estos despeñaderos; se remonta abrupta entre
el grito abierto del cielo. Entonces, súbito, mágico,
tu zarpazo sorprende con recurrentes ondas,
nos mantiene entre el círculo de nosotros mismos.
Abajo, el mar, un azul reptante, inmensamente
continental, llevaba silenciosas jornadas. Miramos,
tocamos, tratando de conocer la totalidad del silencio.
Redescubrimiento
No se mueven: nuestros miembros se aferran
contra la esperanza. Tus suspiros
con fuegos silentes de nuevo desenvuelven
el hambre paciente de mis ojos.
Y cuando viramos en la jaula
nuestros cuerpos hacen, y hallan un mar
sin marea ni edad,
un acto de amistad nos libera.
Lectura de un poeta
I
De pie junto a la pileta ella es luz de sol,
en un jardín que atamos con flores
y canciones, mientras caminamos entre nosotros mismos.
Entronizada dentro de un momento tactil,
carente de principio, carente de fin,
su ceño, levantado suavemente por jóvenes lotos,
recibe la profunda reverencia del firmamento
mientras sus ojos contemplan siete kois de oro
nada serenamente entre provincias de silencio.
Entonces, sobre el lado izquierdo, donde el corazón
reside, levanta su mano, con disgusto,
como compelida por persistentes hilos
de amargura, vientos antiguos, ahora tristemente
vienen juntos, llevándola
por vías que sólo obtienen ásperas cosas.
Siempre hay oscuridad para borrar,
tras de lo que de nuevo ella es
Luz de sol a la espera de ser poemas.
II
Ella es alguien a quien todos conocemos, especialmente
aquellos cuyos nombres están escritos en el agua, que pulen
infinitos grandes y pequeños, que a veces son bendecidos
por vías que absuelven el fracaso de sus versos, cuando,
peregrinando, hallan el corazón inmaculado de una estrella,
que nos devuelve a esta imagen, citada a hurtadillas otra vez más.
Entonces lexicón y gramática y denominación se revuelven,
produciendo metáforas, metonimias, silepsis, a más de
variados parientes, para lograr una febril
hechura. Que nunca está hecha, porque nuestras palabras no
condensan todo. Una copa siempre resbala, se fragmenta
entre lamentaciones en la puerta de la imaginación.
El poema perfecto es tiempo futuro. Entre tanto,
la pulcra imperfección debe suplir. La vida sigue
medita palabras para tiempos modernos,
anima a este arranque, este minuto, y el próximo, doblando
hacia nosotros, para revelar al poeta
[sobre el llamado del poema.
III
Pregunta: ¿Existe diferencia si has escuchado
antes éste, u otras siete personas leen
el mismo poema, siendo siempre el mismo?
¿Cuál escuchamos o queremos, tú, él y ella y yo?
Anticipamos, habiendo escrito un poco nosotros mismos.
algunos sólo esperan, expectorando, pero indecisos,
contemplando medios para conjugar íconos verbales.
otros se inclinan ante una gran autoridad, a saber,
fonemas inmersos en salmos,
[para instigar contra el desespero;
o toscos despojos de historia ancestral,
especialmente espectáculos postcoloniales de media noche
marcados por la magia de la placenta ponderosa.
Quizás esa naciente celebración en nuestras cabezas,
esperando ser liberada; o enterrada, porque el amor,
[murió cantando;
o un CD especial que lleva un verso de Keats, sabiendo que
una gota de rocío no es más que un mundo de rocío.
Entonces, sólo entonces, semifinalmente, aquella ecuación
satisfactoria, brevemente grandiosa,
formada como todo propósito que quema,
[quema entre frío resplandor,
luego asciende la garganta del lenguaje mientras ordena
símbolo, sonido e imagen para abrir, y cerrar, puertas.
Otro poema hace su trabajo y entonces se disuelve
en tierra, agua, fuego, aire.
IV
Impaciente, lo calmo comienza a romperse y deshacerse,
como dedos rimando dirige artificio y talante.
una vez más ella es luz de sol junto al estanque, una vez más.
Llamada, revisada, recapturada para esta reunión.
ella tiembla, delimita su espacio en varios recuerdos,
se transmuta en muchas distancias
mientras escuchamos a aquella que vinimos a encontrar.
El vestíbulo de cristal se vacía; espera otra llegada.
Pero ella nunca se va, nuestra sola certeza
mírala como quieras; como puedas;
mientras viajas,
o te sientas inmóvil.