En 1990 nació el sistema de Institutos Tecnológicos descentralizados o estatales, pero con reglas de operación distintas a las de sus similares federales, lo que se debe a su diferente ubicación en las múltiples regiones del país. De acuerdo con la página del Tecnológico Nacional de México (TNM), este sistema cuenta con 134 centros escolares y una matrícula superior a 225 mil estudiantes. Desde su creación, su funcionamiento ha errado porque no se ha democratizado; y sus éxitos académicos y científicos se deben fundamentalmente a los esfuerzos, la paciencia y el sacrificio que sus docentes efectúan para superar las condiciones precarias y el acoso laboral de las autoridades educativas ya que, por increíble que parezca, son contratados por lapsos que no van más allá de un año; y si intentan organizarse como gremio, son despedidos.

Los directores de estos institutos responden más a cuestiones políticas que académicas porque son nombrados por los gobernantes en turno, quienes los colocan ahí como operadores presupuestales y políticos y no como profesionales de la educación interesados en la enseñanza de la ciencia y la tecnología. Si bien es cierto que en cada instituto hay juntas de gobierno, éstas se integran por autoridades que conforman el cacicazgo educativo. En los institutos del TNM tampoco se estimula la participación ni la organización grupal de los estudiantes, que son vistos como entes pasivos cuya única tarea consiste en recibir clases y no opinar sobre su formación escolar. En conclusión: a la burocracia política y administrativa de los tecnológicos descentralizados, únicamente le importa que estudiantes y docentes acaten sin objetar sus indicaciones y no causen problemas a los centros escolares y a los gobiernos. 

Hasta ahora, todo esto ha funcionado aparentemente bien; pero en los procesos sociales nada dura para siempre; y 30 años de bajos salarios, prestaciones sociales irrisorias, la imposibilidad de jubilarse y la espera de una vejez miserable han gestado una bomba de tiempo en el sistema TNM que, con el reciente periodo disruptivo de la pandemia de Covid-19 y el actual proceso inflacionario, expresa con mayor frecuencia y más inconformidad de maestros y estudiantes en muchas entidades del país.

Los tecnológicos descentralizados deben evolucionar y convertirse en uno de los pilares de la ciencia y tecnología, pero para que esto suceda, deben garantizarse salarios dignos y estabilidad laboral a los profesores; y, asimismo, aceptarse que el respeto a la libre organización democrática de docentes y alumnos representa el mejor mecanismo para lograr estos objetivos, así como el de eliminar tantas corruptelas de los funcionarios públicos. Cuando la democracia ya no esté secuestrada por unos cuantos y se vuelva una realidad, México hallará la mejor forma para resolver los graves problemas que lo afectan. Por ahora ya se avizoran vientos nuevos y la salida está a la vista. Si no, al tiempo.