La lista de los países con mejores sistemas educativos difiere de una fuente a otra y de los criterios considerados para definir “un buen sistema educativo”. Sin embargo, Finlandia, Países Bajos, Suecia, Canadá, Estados Unidos (EE. UU.) y Singapur son algunos de los países con mayor reconocimiento. ¿Cómo lo hacen? Son varios los aspectos interesantes de su educación, mencionaremos sólo algunos.

El salario docente es un factor clave, pues influye tanto en el desempeño como en el interés por la profesión. Según el Panorama de la Educación 2022, indicadores de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), los docentes mexicanos en escuelas públicas perciben salarios iniciales anuales significativamente menores que el promedio de la organización: 21 mil 948 pesos en preprimaria y primaria, y 27 mil 899 en secundaria, frente a los promedios OCDE de 34 mil 245, 36 mil 99 y 37 mil 466 pesos, respectivamente. Alemania, España, Países Bajos y EE. UU. destacan como los países con las remuneraciones iniciales más altas.

Pero no sólo el salario importa: la formación continua (cursos, talleres o seminarios) ayuda a los docentes a actualizar y ampliar sus conocimientos, mejorando el aprendizaje estudiantil. En México, esta formación sólo es obligatoria para promociones, mientras la mayoría de los países de la OCDE exigen la educación continua en al menos algún nivel educativo. Finlandia, por ejemplo, la aplica en todos sus niveles. No obstante, hacerla obligatoria requiere oportunidades y financiamiento, por ello 13 países de la OCDE cubren totalmente estos costos y 12 lo hacen parcialmente, como Noruega, Suecia, Finlandia y Alemania (Panorama de la Educación 2022, indicadores de la OCDE).

El de Finlandia es quizá el sistema educativo más reconocido, y no es así porque sus alumnos estudien más horas, ni porque el contenido sea más avanzado. Lo que ha logrado destacar es que allí se respeta el proceso de cada estudiante. No hay prisa. No hay obsesión por llenar libretas ni por pasar exámenes. Se cuida que el aprendizaje sea significativo. Y eso nace de una política que confía en sus docentes, les da autonomía y los prepara de forma rigurosa antes de darles un grupo. Los casos de Japón y China son también sobresalientes porque tienen un componente cultural muy fuerte y, desde pequeños, los niños participan en tareas del aula como limpiar, organizar materiales, o servir la comida. Se fomenta la ayuda mutua. Es común que un alumno explique a otro lo que entendió, lo que refuerza el aprendizaje para ambos.

El sistema educativo canadiense destaca por su inclusión; se trata de un país con mucha diversidad, tanto cultural como lingüística, y su modelo educativo lo asume como una riqueza. El financiamiento público busca que todas las escuelas tengan las condiciones básicas cubiertas. Si un estudiante tiene una necesidad específica, se adapta el contenido, se cambia la forma de evaluar o se introduce un apoyo personalizado. Lo importante no es que todos hagan lo mismo, sino que cada uno pueda avanzar desde su condición particular.

La inversión en investigación y desarrollo también resulta crucial. Mientras Israel (seis por ciento del PIB), Corea del Sur (cinco por ciento) y EE. UU. (3.7 por ciento) lideraron este rubro en 2024, México apenas destinó el 0.27 por ciento de su PIB, muy por debajo del promedio de la OCDE (2.7 por ciento). China, con 2.7 por ciento, iguala dicho promedio.

Pensar en una educación mejor para México no debería significar copiar modelos ajenos, sino tomar lo que ha funcionado en otros lugares y moldearlo según nuestras necesidades. No se necesita una fórmula mágica, sino decisiones claras, compromiso social, continuidad en las políticas y financiamiento. El primer paso para México sería revalorizar de fondo la figura del docente. Esto implica tanto mejorar su formación inicial como garantizarles condiciones dignas para ejercer. Como ha señalado la OCDE (2022), los países con mejor desempeño en educación invierten primero en su magisterio y confían en su autonomía profesional. Al mismo tiempo, es necesario ampliar la cobertura educativa en México. Mientras que la primaria y la secundaria superan el 90 por ciento de atención en la población en edad escolar, la educación inicial y superior no alcanza el 40 por ciento.