Andrea escribe una serie de notas autobiográficas en las que el personaje central no es ella, sino su tío Román, a quien en su juventud la Guerra Civil Española (1936-1939) alejó de la creatividad musical y plástica (pintura) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) impuso prácticas ilícitas como el contrabando de mercancías extranjeras y la extorsión de mujeres a través del galanteo “amoroso”. Para estos oficios le fueron inmejorables su buen parecer físico, la pintura de desnudos femeniles y la composición de solos para violín. Entre sus víctimas estuvieron la criada de la familia, damas ricas como Ena, la mejor amiga de Andrea, la madre de aquélla; así como Gloria, la esposa de su hermano Juan

En la Guerra Civil Española, Román participó en defensa del gobierno de la república liberal como espía de una de las “brigadas internacionales” provenientes de uno de los países de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), razón por la que sus familiares lo aludían como “agente de la checa”. Los usos ocultos de este oficio, la recesión económica, el desempleo y el hambre que agobiaron a España durante más de tres lustros lo indujeron a esa mala vida y finalmente al suicidio. Recurrió a éste después de que Gloria lo denunció ante las autoridades judiciales por un intento de extorsión para el que se valió de su conocimiento de que ésta ejercía la prostitución. 

La historia de Nada tiene como escenario Barcelona, la capital de Cataluña y el título de la novela invoca paradójicamente “todo” lo que ocurría en la familia de Andrea, cuyos integrantes con frecuencia se enzarzaban en intrigas, pleitos verbales y físicos, la mayoría debidos a la carencia de dinero y alimentos, a la añoranza de un pasado de clase media más o menos venturoso y a las desavenencias políticas y religiosas que provocó la insurrección militar de ultraderecha liderada por el general Francisco Franco y apoyada por los dictadores de Alemania e Italia, Adolfo Hitler y Benito Mussolini. 

Una las figuras conceptuales más repetidas en las páginas de esta novela de Carmen Laforet (Barcelona 1921-Madrid 2004) es precisamente la del hambre, tanto en el relato de los sucesos cotidianos de la familia de Andrea como en los de sus vecinos de edificio y los mendigos que había en los callejones, ramblas (grandes avenidas), plazas y el puerto de la capital de Cataluña. Esta invocación frecuente tiene como propósito evidenciar las terribles consecuencias económicas que derivan de las confrontaciones políticas y armadas entre partidos y clases sociales.

En varias de sus notas autobiográficas, Andrea refiere que su tío Román había reproducido en barro una estatuilla de Xochipilli, dios azteca de juegos y flores al que compuso una canción para piano con la que quizás intentó sugerir que la guerra tiene objetivos humanos inconscientes como la evasión de la monotonía cotidiana, la glorificación individualizada y la extinción masiva, toda vez que a la deidad mexica se le ofrendaban corazones de los guerreros enemigos.

En la parte final de la novela, Andrea revela que cuando dejaba Barcelona para trasladarse a Madrid, donde proseguiría los estudios para obtener la licenciatura en letras, recordó que abandonó la casa de su abuela “sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba de ella: la vida en plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor. De la casa de la calle de Aribau no me llevaba nada…”.

Publicada por primera vez en 1945, Nada forma parte de una trilogía integrada con La isla y los demoniosLa mujer nueva. Carmen Laforet escribió también otra trilogía, cuatro novelas cortas y siete libros de ensayo.