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Al cierre del primer semestre del año, China experimentó un superávit comercial de 586 mil millones de dólares, en gran medida, gracias a que las exportaciones hacia territorio estadounidense lograron estabilizarse y a que las fábricas del gigante asiático terminaron de sopesar los cambios en el comercio mundial por los aranceles del presidente norteamericano Donald Trump.

Un superávit comercial ocurre cuando un país envía al exterior más bienes y servicios de los que importa, resultando en una balanza comercial positiva. En el caso de China, los bienes de exportación aumentaron en 5.8 por ciento durante junio, para alcanzar los 325 mil millones de dólares, mientras que las importaciones aumentaron en 1.1 por ciento, registrando así su primer crecimiento desde febrero, según cifras de la Administración General de Aduanas de dicha nación.

En contraste, las exportaciones de Estados Unidos cayeron 16.1 por ciento con respecto al año anterior, principalmente por un desplome de 34 por ciento reportado en mayo pasado, y a la ganancia de terreno comercial de las empresas de origen chino.

Al respecto, economistas de Goldman Sachs indicaron en un reporte que “el repunte de crecimiento global de las exportaciones refleja principalmente la recuperación de las exportaciones con destino a Estados Unidos en junio, probablemente debido a la sustancial reducción de los aranceles tras las negociaciones comerciales celebradas en mayo”.

Finalmente, indicaron que las empresas chinas lograron resistir a una economía en desaceleración y a un periodo complicado para el comercio gracias a un incremento de 17 por ciento en las exportaciones a los 10 países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.