En este recorrido por la historia de la filosofía griega se advierte que el primer atisbo de reflexión genérica sobre el origen y modo de ser del universo, la Tierra y el hombre, fue obra de naturalistas, médicos, matemáticos, astrónomos (fisiócratas) y que sus conocimientos específicos sirvieron de base para el análisis de los futuros “amigos de la sabiduría”.
Esta nueva cosmovisión, elaborada con las incipientes relevaciones científicas del Siglo VI antes de nuestra era (a.n.e.), fue interferida pero también enriquecida por el pensamiento especulativo y retórico de sofistas como Anaximandro, Anaxímenes, Protágoras y el propio Sócrates, entre otros, para luego avanzar hacia el primario método dialéctico de Platón.
Posteriormente, según el historiador francés, este proceso evolutivo culminó con el pensamiento rigorista, exegético, de Aristóteles, a quien ubicó en la cúspide del pensamiento de la Grecia clásica y la Roma imperial, con la definición de una nueva ruta civilizatoria en toda Europa, Asia Menor y el Medio Oriente, cuyos pensadores se apoyaron en los descubrimientos de la ciencia.
Es de Aristóteles (Estagira, Macedonia, 381 a.n.e.) de quien Dumont informa con mayor detalle sus aportaciones a la humanidad futura al describirlo como un “discípulo de fisiólogos antes de ir a Atenas para seguir la enseñanza de la Academia (Platón) a los 17 años”. Revela que fue hijo del médico del rey Filipo de Macedonia, padre de Alejandro Magno, en cuya corte asimiló “toda una tradición de ciencia empírica y observación”.
Líneas más adelante afirma que el pensamiento aristotélico marca un regreso decisivo a lo sensible o las cosas pedestres de la Tierra. En vez de elevarse a la contemplación más alta o celestial las causas del universo como su maestro (Platón), el Estagirita las buscó, por el contrario, en los individuos, en su comportamiento y en las múltiples fórmulas que creó para acceder al conocimiento de la realidad.
“El término más real es el individuo. El mundo sensible es tan real como el mundo inteligible. Lo que es material existe y el filósofo debe emprender el conocimiento de todo. ¿Cómo dar al conocimiento un estatuto más amplio que comprenda en el mundo el elemento sensible y cambiante? A esa preocupación es a lo que parece haber querido contestar, ante todo, la meditación aristotélica”.
Dumont dice, asimismo, que por “sus conquistas espirituales y atrevimientos filosóficos, al mismo tiempo que por su prodigioso destino y su autoridad futuras”, Aristóteles fue “el más grande de los maestros del pensamiento antiguo” porque alcanzó la más amplia difusión en el orbe y porque su obra constituyó “la suma de los conocimientos científicos de su tiempo “y que sus aportaciones a la escolástica no son más que comentarios derivados de la doctrina peripatética”.
El autor de La filosofía antigua (1962) recuerda que Aristóteles fue autor de los primeros tratados de lógica, ética, política y retórica; que después de la muerte de Platón y la desaparición de la Academia, fundó en Atenas su Liceo; donde creó la escuela peripatética de debates filosóficos y políticos; y que murió a los 62 años en 322 a.n.e.