Escrito y publicado en 1979, este ensayo histórico reseña los actos de persecución política que los más altos líderes de la Iglesia Católica Romana, cuya sede se halla en el Vaticano (Roma), dirigieron durante más de dos décadas contra Ángelo Ficarra, Obispo de Patti, Sicilia, por no promover en la feligresía de su diócesis el voto favorable a los candidatos a alcaldes de la Democracia Cristiana, partido entonces aliado del dictador fascista Benito Mussolini. Los ataques fueron ordenados por Eugenio Pacelli, Papa Pío XII y el cardenal Piazza, presidente de la Sacra Congregación Consistorial.

La campaña incluyó el envío de cartas anónimas, libelos periodísticos, órdenes eclesiásticas en clave, acusaciones sin sustento, el invento de que el obispo había perdido la vista y el oído; la imposición de un obispo adjunto; la propuesta de dimisión a cambio de una exagerada pensión monetaria y su defenestración y nombramiento ficticio como Arzobispo de Leontópolis Augustomnica, villa situada a 30 kilómetros de El Cairo y 20 kilómetros de Heliópolis, Egipto, que tres siglos antes los cristianos consideraron “tierra de infieles” porque ahí oficiaba un templo hebreo o judío.

Leonardo Sciascia (Racamulto 1921-Palermo 1989) informa que el Obispo de Patti nació en Canícatti en 1885, ingresó al seminario en 1903, se ordenó en 1910; en 1914-1918 participó en la Primera Guerra Mundial como enfermero; fue un sacerdote que siempre apoyó a la feligresía pobre; que obtuvo un doctorado en la Universidad de Palermo; fue autor de dos libros publicados y de una investigación pastoral rigurosa e inédita sobre las “defecciones morales y culturales del clero” y “la nula fidelidad cristiana de los fieles” de su isla natal.

El autor de En tierra de infieles (1979) dice que el Vaticano empezó a ver con recelo a Ficarra apenas dos años después de su asunción al obispado de Patti, porque en la villa de Librizi prohibió la exhibición de dos películas que exaltaban a Mussolini (El destino de los héroes y El viaje del Duce ) y que esa decisión estuvo estrictamente apegada a la ordenanza pastoral de la Sacra Congregación Consistorial de la Iglesia Católica Romana. Esa desconfianza aumentó posteriormente con las derrotas y las bajas votaciones que la Democracia Cristiana registró en las elecciones de 1940, 1943, 1946 y 1949.

En el ensayo hay una nota en la que Sciascia reproduce las palabras de Monseñor Montoro –personaje de una comedia de Luigi Pirandello– para decir que el Obispo de Patti no fue del gusto de la “gusanera de obtuso clericalismo y reacción sanfedística” (de la Santa Fe de Roma), porque rechazaba la incondicionalidad político-religiosa con la que el Vaticano combatió a principios del Siglo XIX el liberalismo clerical propiciado por la Revolución Francesa y porque en esa actitud ya alentaba el germen del fascismo que un siglo después lideraron Mussolini, en Italia, y Adolfo Hitler, en Alemania.

Sciascia fue maestro de escuela básica, actor de teatro, periodista y autor de más de 30 libros. Sus novelas más conocidas fueron Todo modo, El caso Aldo Moro, El día de la lechuza y A cada cual lo suyo. Estos últimos incorporaron a la novela personajes de la mafia siciliana. Fue simpatizante y funcionario público local del Partido Comunista Italiano (PCI) y legislador por el Partido Radical de Italia.