La profesión de matemático es bastante desconocida para la mayoría de las personas, casi siempre se le asocia a la de profesor de matemática, cuando son actividades distintas. Primero debemos distinguir entre una profesión y una actividad científica básica. Una profesión es una actividad calificada para resolver problemas concretos de nuestra sociedad, por ejemplo, un médico posee conocimientos para resolver el problema de salud de las personas; un profesor de enseñanza media o básica posee conocimientos para educar a través de alguna disciplina, es decir, los conocimientos, sean científicos o humanísticos, sirven para resolver algún problema en nuestra sociedad. Sin embargo, en las carreras científicas (básicas) el objetivo es crear conocimiento, es satisfacer la curiosidad, ese deseo interno de enfrentarse a un desafío intelectual que lo lleve a responder a sus conjeturas. En principio, al matemático no le interesa la utilidad que puede tener este conocimiento. Los científicos básicos son como niños curiosos, conjeturan y buscan respuestas, es una vocación muy especial, muchas veces incomprendida, sobre todo en esta época en donde el posmodernismo ha relativizado todo y ha instalado la utilidad como fin de toda investigación. Se confunde investigación básica con investigación aplicada y/o tecnológica.

El matemático es un científico básico, crea conocimiento matemático; su pretexto para ello es el planteamiento de problemas, a través de ellos nacen teorías, teoremas, etc. En ese sentido, ser un matemático no es ser un profesional, como lo es un ingeniero, un médico o un profesor, puesto que no resuelve nada real, sólo resuelve problemas relacionados con algún sistema formal; desde ahí pueden nacer nuevos objetos matemáticos, nuevas interacciones, es decir, nuevos teoremas.

Sumergirse en este mundo matemático no es fácil, requiere muchos años de formación académica, como tampoco lo es estudiar cualquier profesión de manera seria. En particular, ser un matemático tiene una complejidad adicional, sus objetos de estudio no son concretos; ningún ser humano ha visto, olido, o tocado al número uno, sólo puede representarlo materialmente mediante un símbolo, pero este símbolo no es el objeto en sí, es necesario imaginar sus propiedades y relaciones para que luego pasen a un proceso de demostración rigurosa. El matemático tiene que inventar sus objetos de estudio en una experiencia puramente intelectual, compleja, pero fascinante para el que tiene vocación matemática.

Esta característica compleja lo hace difícil de comunicarse, no es lo mismo comunicar astronomía (aunque sea una investigación de punta) que comunicar Teoría de Galois o Teoría de Categorías; por ello la difusión raramente se hace de temas especializados, en general se hace en relación con la educación matemática o divulgando algún problema matemático, en donde se han reelaborado ideas y conceptos, a fin de ser interesante para quien ya le gusta la matemática. En general, al que no le atrae la matemática después de una charla de este estilo, sale igual, las razones las podemos discutir en otra oportunidad.

La profesión de matemático muchas veces es solitaria, sus temas, sus curiosidades, difícilmente son transmisibles, a veces ni siquiera a otros matemáticos; cada matemático tiene su propio interés particular, sólo entendible en grupos relativamente pequeños, que habitualmente están diseminados por el mundo. Es una actividad muy solitaria –puesto que necesita alto grado de concentración–, pero extremadamente fascinante, hay que vivir la experiencia para comprenderlo y valorarlo.

Gracias a los científicos básicos, entre ellos los matemáticos –estos niños curiosos–, los científicos aplicados y los tecnólogos tiene un baúl de conocimientos para echar mano y solucionar los problemas que la sociedad necesita para su desarrollo.

Un matemático profesional es, por antonomasia, un inventor de teoremas, un investigador que eventualmente puede desempeñarse como profesor universitario con el fin de ser útil a la sociedad, pero su vocación principal es satisfacer esa curiosidad, sumergirse en un mundo que no es el de los otros, donde las ideas y su verificación rigurosa juegan un papel esencial para generar nuevo conocimiento matemático.