A finales del Siglo XIX, en una aldea del condado Cheehaw, Georgia, Estados Unidos (EE. UU.), Miss Amelia heredó una casa, una tienda, una granja y una destilería de whisky. Era muy rica porque además de vender caro, era agiotista y no olvidaba ninguna deuda. Cuando tenía 20 años se unió con Marvin Macy, atractivo joven que se dedicaba a rehabilitar talleres textiles, pero la unión no se consumó porque la misma noche de bodas Miss Amelia lo corrió y huyó del pueblo. Medio año después se supo que en otros condados Macy se dedicó a robar con violencia hasta que fue apresado y sancionado con cárcel en Fort Halls para el resto de su vida. 

Cuatro años después apareció en la aldea un hombre joven de estatura baja y jorobado que dijo llamarse Lymon y ser primo de Miss Amelia. Ésta lo acogió con tal amabilidad que los vecinos hablaron de un concubinato, además de que a partir de esos días en la casa de ambos fue abierto un café-cantante que los fines de semana reunía a toda la comunidad aldeana y a muchas familias del entorno regional de Cheehaw. Pero 10 años después, Marvin Macy fue liberado de la prisión de Fort Halls y reapareció en su pueblo para destruir, en alianza con Lymon, el café, la casa, la tienda, la granja y la destilería de Miss Amelia

La historia de esta novela corta contiene una alegoría doble porque sus tres personajes centrales incurren en los siete pecados capitales (avaricia, envidia, gula, ira, lujuria, pereza y soberbia) y porque en la comisión intercambiaria e involuntaria de los protagonistas se cobran y pagan a la vez las sanciones previstas por el cristianismo. Con esta visión de los hechos humanos y con una pelea de box y lucha libre con resultado ambiguo entre los esposos fallidos (Macy y Lymon), Carson McCullers (Columbus, Georgia, 1917-Nueva York, 1967) denuncia el enorme peso que la felonía tiene sobre la desigualad social de muchas personas. 

Pero además de la detallada descripción de un típico “pueblo chico e infierno grande”, La balada del café triste (1951) contiene sentencias como la de que sólo el amante dispone de los elementos de juicio para evaluar con objetividad las cualidades de su pareja, o la descripción de la aldea de Cheehaw cuando es visitada por una cadena de 12 presidiarios traídos de Fort Falls para que reparen la única calle de la aldea, entre quienes quizás estén Lymon y Macy, entonando una canción “que ensancha el corazón, que estremece de éxtasis y temor a quien la escucha”. 

McCullers escribió las novelas El corazón es un cazador solitario (1940) y Reflejos en un ojo dorado (1950), que atrajeron grandes elogios en EE. UU. y Europa.