Este ensayo del autor de la Divina Comedia tuvo el propósito de reivindicar al italiano como lengua “ilustre”, porque a pesar de que derivaba del latín –la lengua dominante de los césares del Imperio Romano y los monarcas feudales entre el año 27 antes de nuestra (ane) y el 476 después de nuestra era (dne)– en la Edad Media era el habla de la mayoría de los habitantes de las regiones y ciudades más grandes de la Península Itálica: Roma, Toscana, Parma, Génova, Sicilia, Campaña, Apulia, Lucca, Boloña, Siena, Módena y Ferrara, además de Venecia.

Influida por el espectro literario de la religión cristiana, De la lengua (1303) invoca lo mismo al Génesis de La Biblia y la figura mítica de la Torre de Babel, que los saberes filosóficos y científicos más avanzados del decimocuarto siglo de nuestra era a fin de explicar que la dispersión universal de las lenguas se dio a partir de un lenguaje original único, que con el paso del tiempo se diversificó a causa del continuo cambio de territorios, climas y dietas de sus hablantes.

En rigor, el gran poeta replanteó la versión mítica e histórica de que la multiplicidad idiomática del hombre –posteriormente validada por los resultados de las investigaciones de las ciencias sociales y duras– es consecuencia natural o lógica de su dinamismo mental, de su permanente movilidad en las comunidades propias y ajenas y de la diversidad geográfica de sus asentamientos.

En el décimo capítulo del tratado, por ejemplo, Alighieri escribió: “Sabiendo que el hombre es un animal racional y que un animal es un compuesto de alma sensible y cuerpo, no podemos tener, sin embargo, un conocimiento perfecto del hombre al ignorar qué sea el alma y qué sea el cuerpo, porque el perfecto conocimiento de cualquier cosa se remonta a sus últimos elementos, como lo dice el maestro de los sabios al principio de su Física” (Aristóteles).

Además, en gran parte de su tratado, Dante sometió a un riguroso análisis semántico las palabras y conceptos de mayor uso del italiano, a las incipientes reglas gramaticales de este idioma y a sus variables lingüísticas. También lo hace, aunque con mucho menor detalle, con el latín vulgar (“romance“) de España y Francia, países que fueron provincias coloniales del Imperio Romano.

Dante Alighieri nació en Florencia en 1265 y murió en Ravena en 1321. Fue poeta en verso y prosa; sus obras más conocidas fueron la Divina comedia (1304), Vida nueva (1293-1394), Convivio (1303-1309) y la aquí reseñada. Fue funcionario público en Florencia y militó en el partido Güelfo, que apoyaba al gobierno local en manos del papado de Roma y no al rey impuesto por el Sacro Imperio Romano Germano, cuyo partido en Italia fue el Gibelino.

Esta actitud le costó presidio en su ciudad natal y exilio de por vida en Ravena.