El actual gobierno del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha cerrado la puerta a cualquier intento de repatriar los restos del expresidente Porfirio Díaz, sepultado en el cementerio de Montparnasse, en París.
Para las autoridades, incluso el retorno simbólico del porfirismo resulta inaceptable, como si toda su etapa en la historia nacional mereciera el olvido.
El director del INAH, Diego Prieto, aseguró que no se busca el regreso de los restos de Díaz, al considerar que representan una era de autoritarismo y represión. En su discurso, ignoró el peso histórico del personaje y sus aportes al desarrollo del país. “Esos restos deben quedarse donde están”, afirmó, aludiendo a la decisión de Díaz de morir en el exilio.
Sin embargo, su mandato también marcó un impacto económico y de desarrollo en México: se expandió la red ferroviaria, mejoraron las comunicaciones y se atrajo inversión extranjera para impulsar la industria, la minería y la infraestructura urbana.
Paradójicamente, mientras el INAH presume el regreso de piezas arqueológicas y bienes culturales desde países como Nigeria, Perú o Bolivia, niega la posibilidad de que los restos de un personaje central en la historia mexicana retornen al país.