En 1945, los invasores nazis fueron derrotados por el Ejército Rojo; el nueve de mayo, la Alemania nazi firmaba su rendición final y con ello desaparecía su amenaza de someter a toda la humanidad; con su heroísmo, pueblo y ejército soviéticos no solamente salvaron a la URSS, sino a todos los pueblos de la Tierra.
A Occidente, ese grupo de gobiernos capitalistas encabezado por el imperialismo yanqui, no le conviene reconocer esta verdad. Si reconociera estos hechos históricos, se le caería la máscara de vencedor en la Segunda Guerra Mundial, máscara que ostenta siempre en su campaña de falsificación de la historia, a través de los medios de comunicación que financia en todo el mundo para engañar al público, bombardeándolo con datos falsos.
Si reconociera esa victoria del socialismo, obtenida sin ayuda de los países imperialistas que deseaban el triunfo de Hitler, Occidente no podría presumir de haber “salvado al mundo” de su inventada “amenaza soviética” y otras patrañas que viene difundiendo desde el inicio de su “Guerra Fría”.
No puede reconocer que el pueblo soviético haya sido capaz de luchar al lado de su gobierno y su ejército hasta lograr la victoria; de eso no hablan los enemigos del socialismo, que se siguió construyendo durante varias décadas.
Los imperialistas, es decir, Occidente, siempre han tratado de ocultar la victoria soviética sobre el nazifascismo, pero no han podido destruir las pruebas de la derrota del imperialismo alemán a manos de un pueblo socialista; aún se pueden encontrar las publicaciones de aquella época, los testimonios de los sobrevivientes e incluso declaraciones de los principales líderes occidentales, como Churchill y Eisenhower expresando su admiración por “las magnas hazañas del ejército ruso”.
Las clases dominantes y su gobierno son incapaces de ocultar por completo la verdad, y los medios de comunicación independientes del financiamiento imperialista, deben difundir estos hechos para contrarrestar la falsificación de la historia.
Ocho décadas después de la gran victoria del pueblo soviético, el nazifascismo vuelve a la carga; no sucumbió con Hitler y ahora renace en sus competidores ingleses, franceses y estadounidenses, que eran al mismo tiempo sus cómplices y nunca abandonaron el anhelo de dominio mundial.
Las condiciones sociales y económicas que hacen posible la aparición de líderes, partidos y seguidores del nazifascismo son casi idénticas a las de aquella época y continúan presentes; pero las enseñanzas y el legado del heroico pueblo soviético también están vigentes.