La noche del 14 de marzo, un astro brillante se teñía de rojo, era la Luna de sangre. 1610 años antes también lo hizo la Tierra, con la sangre de Hipatia.
Los chinos explicaban los eclipses como un dragón devorando al Sol y los babilonios como un ataque contra el rey. Hoy sabemos que se deben a una superposición de astros. Cuando es de día y el cielo se oscurece es porque la Luna se interpuso entre el Sol y la Tierra (eclipse solar). Puede ser parcial, total o anular (vemos un “aro de fuego” porque la Luna sólo oculta el centro del Sol). Cuando es de noche y la Luna (o parte de ella) se oscurece es porque fue la Tierra la que se interpuso entre el Sol y la Luna (eclipse lunar).
¿Por qué ocurre la Luna de sangre? Cuando la luz solar atraviesa la atmósfera terrestre su trayectoria se curva. Los colores azules del espectro se dispersan y sólo pasan los rojizos. Esto le da a la Luna un color rojo oscuro o cobrizo. La curvatura de la luz detectada en los eclipses sirvió para confirmar la Teoría de la Relatividad General de Einstein.
¿Por qué sólo ocurren entre cuatro y siete eclipses al año? La órbita de la Luna está inclinada aproximadamente cinco grados respecto a la de la Tierra. Así, la Luna casi siempre está arriba o debajo del Sol, exceptuando dos puntos llamados nodos. Sólo si la Luna se encuentra muy cerca de estos puntos, puede ocurrir un eclipse.
El más notable nodo intelectual de la antigüedad era la ciudad de Alejandría, situada al norte de Egipto. Su biblioteca, “que intentó rozar el infinito” (Irene Vallejo), albergaba todo el saber de la época (entre 400 y 700 mil rollos de papiro).
En el Siglo IV, entre las paredes y libros del Serapeo y el Museion (templo y biblioteca anexos) nació y creció quien fuera, según Páladas, la “estrella inmaculada de la sabiduría”, Hipatia de Alejandría.
Fue una eminente astrónoma, matemática, física, filósofa y maestra. Publicó tratados de astronomía, comentarios a los Elementos de Euclides (obra canónica de geometría), a las Secciones Cónicas de Apolonio de Perga (las órbitas elípticas son un ejemplo de cónicas), al Almagesto de Ptolomeo (obra astronómica de referencia durante más de mil 400 años) y perfeccionó el astrolabio (instrumento para determinar la posición de los astros).
Alejandría era, al mismo tiempo, un “hervidero cultural” y un “pararrayos geopolítico”. Existían fuertes tensiones religiosas entre cristianos, judíos y paganos. Esto se agudizó inexorablemente cuando el Imperio Romano de Oriente (al que pertenecía Alejandría) adoptó el cristianismo como religión oficial. Hipatia fue acusada de brujería por seguidores del obispo Cirilo (que sentía recelo por su cercanía a Orestes, prefecto de Roma en Alejandría, con quien se disputaba el control de la ciudad). La turba inquieta la asesinó brutalmente con trozos de conchas y cerámica y, una vez muerta, le sacaron los ojos, la desmembraron e hicieron arder sus restos en una pira.
“El linchamiento de Hipatia marcó el hundimiento de una esperanza” (Irene Vallejo). Desde entonces, la Gran Biblioteca dejó de ser mencionada. Hoy recordamos a Hipatia, aunque de forma insuficiente, en observatorios como el de Tepezalá, Aguascalientes, que lleva su nombre.
¿Y qué se sabía de astronomía en nuestro continente? Augusto Monterroso lo ilustra de forma inmejorable en su cuento El eclipse:
Bartolomé Arrazola iba a ser sacrificado por sus captores indígenas. Él recordó, por Aristóteles, que al día siguiente habría un eclipse de Sol. Para salvar su vida, quiso impresionarles diciendo que él podía hacer que “el Sol se oscureciera en su altura”. “Dos horas después, el corazón de Fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios” (…) “mientras uno de los indígenas recitaba” (…) “las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles”.