La Comisión de Hacienda del Congreso capitalino aprobó por unanimidad la investigación “Impuestos verdes, herramientas fiscales para la mitigación del cambio climático y desarrollo sustentable”, que propone la implementación de impuestos a las empresas e industrias que más contaminen la Ciudad de México (CDMX). 

El documento fue aprobado tras cuatro días consecutivos de contingencia ambiental por ozono en la Zona Metropolitana de la CDMX. La investigación plantea una ruta legislativa para implementar instrumentos fiscales y ambientales bajo la lógica de “quien contamina, paga”. 

Hay que recordar que la capital mexicana es una de las ciudades más contaminadas del mundo; el 80 por ciento de los 365 días del año, supera los límites de contaminación, y diariamente se generan 13 mil toneladas de residuos, mientras que solo el cuatro por ciento de éstos se recicla.

Por este motivo, diputados locales, encabezados por el legislador perredista Pablo Trejo, hicieron un llamado urgente a implementar desde el Congreso capitalino, una política fiscal verde y sostenible. 

En concreto, propusieron la creación inmediata de una legislación en Fiscalización Ambiental para el próximo periodo ordinario con el objetivo de “alinear a la Ciudad de México con los compromisos climáticos internacionales y construir un futuro más limpio, justo y próspero para todos sus habitantes”. El estudio presentado propone una hoja de ruta legislativa con cuatro ejes torales:

1.  Establecer tasas progresivas que realmente disuadan las prácticas contaminantes. 

2.  La creación de un fondo verde con mecanismos transparentes de reinversión. 

3.  Desarrollo de incentivos fiscales para promover la economía circular. 

4.  Implementación de compensaciones para proteger a los sectores sociales más vulnerables.

En el estudio, los diputados argumentaron que los “impuestos verdes” son una “herramienta clave para corregir externalidades, proteger la salud pública y fomentar una economía circular a partir de un análisis técnico y comparativo con las experiencias internacionales de Suecia, Londres y Chile.

Suecia, por ejemplo, redujo un 25 por ciento sus emisiones desde 1991; mientras que Londres disminuyó 30 por ciento la contaminación en su centro histórico. “Esto demuestran la efectividad de estos instrumentos cuando están bien diseñados”, afirma el estudio.