La incertidumbre derivada de la nueva política comercial de Estados Unidos, impulsada por el presidente Donald Trump, afectó al dólar, moneda que perdió 4.2 por ciento de su valor desde finales del año pasado, pese a que las proyecciones financieras apuntaban a su fortalecimiento en 2025.

Territorios como Panamá y El Salvador se enfrentan a escenarios como el debilitamiento, riesgos inflacionarios y vulnerabilidades externas. 

En la actualidad, las naciones utilizan el dólar como principal moneda de transacción debido a que ofrece cierta estabilidad económica, por acuerdos históricos, o porque las materias primas esenciales como el petróleo suelen cotizarse con esta divisa.

En este sentido, Francisco Pesole, analista de ING, señaló que la reciente depreciación del billete verde responde a una reevaluación de factores que impulsaban su tendencia al alza.

“Los mercados se han adaptado al impredecible estilo de comunicación del presidente Trump y están tratando las amenazas arancelarias con una mayor dosis de escepticismo”, dijo el analista.

Asimismo, indicó que la pérdida de confianza en el desempeño económico estadounidense contribuyó a la debilidad de la moneda, lo que afecta particularmente a Ecuador, El Salvador y Panamá; al ser economías dolarizadas, según declaró, experimentan impactos directos en áreas clave de su economía.

Por su parte, Arturo Porzecanski, economista de la American University, advirtió que la caída de la moneda estadounidense es un fenómeno creciente y que su impacto será limitado sólo si la tendencia se mantiene en las próximas semanas o meses; sin embargo, señaló que los bienes importados de Europa, Japón o China podrían encarecerse, pues provienen de economías cuyas monedas experimentan apreciaciones frente al dólar.

Presión sobre la deuda

En este contexto, la agencia calificadora Fitch Ratings alertó en un informe que varios países de América Latina se enfrentarán a vulnerabilidades externas, especialmente aquellas con altos niveles de deuda en moneda extranjera y dependencia de reservas internacionales.

Según Fitch, Bolivia, Panamá y El Salvador son los más expuestos a la deuda externa, lo que los hace sensibles a la volatilidad cambiaria y a las condiciones de los mercados financieros.

Puntualmente, el caso de Bolivia se agravaría, pues la reducción de sus reservas internacionales limita su capacidad de respuesta ante eventos negativos externos, mientras que Panamá enfrentaría riesgos elevados debido a su carga de deuda en moneda extranjera y a su modelo económico dependiente de los mercados globales, según la calificadora.

Con respecto a El Salvador, Fitch consideró que, a pesar de experimentar una mejora en su calificación crediticia, el país continúa dependiendo del financiamiento externo para cubrir sus necesidades fiscales.