A partir de las 23:00 horas del 3 de marzo, el presidente Donald Trump comenzó una guerra comercial con México y Canadá al imponer aranceles comerciales del 25 por ciento a sus productos que ingresen a Estados Unidos.
Además, en este nuevo decreto, a China se le impuso un 10 por ciento adicional a los aranceles ya existentes desde febrero, para alcanzar un total del 20 por ciento.
La decisión del magnate no sólo generó incertidumbre a sus aliados de Norteamérica, también puso nervioso a los mercados globales y provocó una caída de 0.51 por ciento del peso mexicano.
Durante la tarde del lunes, Trump aseguró que ya no había “espacio” para negociar otra suspensión de los aranceles para evitar las sanciones, como ocurrió el mes pasado cuando la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum y el primer ministro canadiense Justin Trudeau prometieron reforzar sus fronteras para frenar la migración y el tráfico de drogas a EE.UU.
En un comunicado, Trudeau fue el primero en responder a Trump asegurando que su país impondría la misma cantidad del 25 por ciento en aranceles a los productos estadounidenses que ingresen a Canadá.
Por su parte, Sheinbaum reunió de emergencia a su Gabinete diplomático y económico en Palacio Nacional y será hasta la mañana del martes cuando anuncie su respuesta a las sanciones arancelarias; entre las que ha trascendido una movilización masiva para el 9 de marzo en el Zócalo de CDMX en defensa de la soberanía y contra los gravámenes.
Horas más tarde, el Gobierno de China contraatacó con una orden a su Ministerio de Comercio y de Finanzas para aplicar, de forma inmediata, aranceles a los productos estadounidenses de hasta el 15 por ciento en represalia al nuevo gravamen que impuso Donald Trump.
Las sanciones de Pekín se aplicarán en productos alimentarios y agrícolas, principalmente en el pollo y el algodón.
A pesar de la incertidumbre en los mercados, el yuan chino se mantuvo estable.