A cambio de un apoyo financiero, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aceptó albergar a criminales violentos de Estados Unidos (EE. UU.) y recibir deportados de cualquier nacionalidad, anunció el secretario estadounidense, Marco Rubio.

Además, anticipó que en las cárceles salvadoreñas serán ingresados miembros de las pandillas MS-13 y el Tren de Aragua, por mencionar a algunos; asimismo, alojarán a criminales estadounidenses detenidos en territorio de EE. UU., incluidos ciudadanos y residentes legales.

Este acuerdo surge en medio de una gira de Rubio por países centroamericanos, cuyo objetivo es consolidar el apoyo regional para las políticas migratorias de la administración Trump; sin embargo, expertos legales cuestionan la viabilidad del acuerdo, ya que la ley estadounidense prohíbe la deportación de ciudadanos estadounidenses.

El gobierno de El Salvador, por su parte, confirmó que aceptará a los criminales convictos, incluidos los estadounidenses, en su nueva mega prisión, el Centro de Internamiento de Terroristas (CECOT), cuya capacidad máxima es de 40 mil reclusos. Bukele indicó que el trato implicaría un costo para EE. UU., pero sería beneficioso para El Salvador al contribuir a la sostenibilidad del sistema penitenciario del país.

Por su parte, organizaciones de derechos humanos condenan las condiciones de las cárceles en El Salvador, donde el hacinamiento y la falta de acceso al debido proceso se consideran graves violaciones de derechos humanos.

A pesar de los elogios de figuras como Elon Musk, quienes apoyan el acuerdo, los críticos advierten que esta política refleja un retroceso democrático y podría tener repercusiones internacionales en el trato hacia los migrantes.