Un sistema puede definirse como un conjunto de elementos o variables que interactúan de manera coherente. Estos elementos pueden ser de tipo económico, técnico, social o ecológico, y forman parte de una estructura compleja. Los sistemas de producción agrícola representan ecosistemas manejados y administrados por el ser humano, adaptándolos a sus objetivos y condiciones socioeconómicas mediante el uso de diversas prácticas y recursos tecnológicos. Por tanto, una adecuada clasificación de estos sistemas requiere considerar no sólo el tamaño de las parcelas como pequeñas, medianas o grandes explotaciones, sino también las múltiples variables relacionadas que las conforman.

Dentro de los sistemas de producción agrícola, los sistemas de producción de café son un ejemplo destacado. Estos sistemas integran factores tecnológicos, edáficos, climáticos, administrativos y socioeconómicos con el objetivo de maximizar la productividad biológica, económica y social. Al clasificarlos considerando el uso de sombra tenemos que los sistemas cafetaleros pueden denominarse como “bajo sombra de temporal”, “bajo sombra permanente”, “bajo cielo abierto” y “bajo sombra temporal y permanente”. Sin embargo, existen otras formas de clasificarlos. Al tomar en cuenta la complejidad estructural del agroecosistema y la diversidad de vegetación presente, resultan clasificaciones como “selva mediana subperenifolia”, “rusticano”, “policultivo complejo” y “policultivo simple”.

Por otro lado, la clasificación más aceptada es la de Moguel y Toledo (1999). Ellos proponen una división de los sistemas cafetaleros en cinco tipos principales: “rusticano”, “policultivo tradicional”, “policultivo comercial”, “monocultivo con sombra” y “monocultivo sin sombra”. En el sistema rusticano, se da una mínima manipulación del ecosistema natural, con el uso limitado de agroquímicos y rendimientos bajos, pero con una alta biodiversidad. Este sistema es común en México, donde se presenta un arreglo arbóreo mixto y multiestratificado, incluyendo una alta proporción de árboles nativos. Por su parte, el policultivo tradicional implica una mayor intervención en el ecosistema, integrando elementos de vegetación primaria y secundaria, junto con plantas de café y otras especies útiles para el productor. Este sistema ofrece una disposición vertical con capas dispersas e irregulares de vegetación, lo que genera ingresos adicionales mediante la diversidad de especies cultivadas.

El policultivo comercial se basa en la remoción total de bosques y selvas originales, reemplazándolos por especies nativas o introducidas de valor comercial para brindar sombra al café. Estos sistemas suelen incluir de dos a cuatro especies que generan productos para el mercado, como el café-palma camedor, que combina café, palmas y árboles de sombra. En el monocultivo con sombra se utilizan principalmente árboles del género Inga para proporcionar un dosel especializado, lo que exige el uso de agroquímicos y orienta la producción hacia el mercado exclusivo del café. Finalmente, el monocultivo sin sombra carece de cobertura arbórea, dejando las plantas expuestas directamente al Sol. Aunque este sistema puede generar altos rendimientos iniciales, no es sostenible a largo plazo debido al agotamiento del suelo y otros recursos.

La sostenibilidad es un aspecto fundamental en los sistemas cafetaleros. La sostenibilidad está relacionada con la capacidad del agricultor para adaptarse a los cambios ambientales, económicos y sociales. Este objetivo se logra mediante prácticas como la diversificación de los sistemas, la conservación del suelo, el uso de fertilizantes orgánicos, y el mantenimiento de la biodiversidad. Además, la incorporación de variedades mejoradas y especies útiles para sombra o beneficios económicos contribuyen a la sostenibilidad, proporcionando ventajas ecológicas y económicas. Estas prácticas mejoran la calidad del suelo y la producción del café, lo que permite a los agricultores acceder a mejores mercados y precios.

El análisis de los sistemas de producción agrícola, y particularmente de los sistemas cafetaleros y agroforestales, permite identificar oportunidades técnicas, gestionar proyectos de investigación y desarrollar tecnologías adaptadas al entorno sociocultural de los productores. Sin embargo, en México existen pocas regiones estudiadas hasta este nivel, por lo que, si los productores de este cultivo buscan mejorar sus condiciones de vida, una forma para lograrlo es organizarse y luchar para que las instituciones académicas y de gobierno intervengan para que este tipo de estudios se realicen en todas las zonas cafetaleras.