¿Qué sentido tiene trabajar durante el año y no poder darse un gusto? Por ejemplo, salir de vacaciones. Aparte de las fiestas de diciembre, algunos trabajadores, no todos, gozan de varios días de descanso. La mayoría son burócratas y maestros, que disfrutan de al menos 15 días: los que trabajan por su cuenta sólo descansan de dos a cinco días. Pero, ¿a dónde ir? La semana del 24 de diciembre al 1° de enero, cuando se celebran la Nochebuena y el fin de año, por tradición se pasa en casa y con la familia.
En las últimas seis o siete décadas ha habido una enorme afluencia de la población rural hacia los entornos urbanos, la clase trabajadora campesina se ha vuelto proletaria y como los ingresos de los obreros, empleados comerciales y trabajadores informales no son buenos, en la periferia de las ciudades han aumentado los llamados cinturones de miseria.
Aludo a esto porque, durante las vacaciones, las ciudades prácticamente se vacían, las carreteras están hasta el tope de automóviles y los centros de recreo populares se saturan debido a que el turismo que se practica en el país es familiar y a que la mayoría de los trabajadores no tienen ingresos como para gastar a manos llenas.
Si bien México es rico en bellezas naturales –bosques, desiertos, cañadas, montañas, grutas, playas marinas, lagos, ríos, arroyos, ruinas arqueológicas, pueblos mágicos, etc.–, estos lugares no son disfrutados por la mayoría de los mexicanos, sino por quienes pueden pagar las instalaciones de mucho confort: los extranjeros y las familias pudientes.
El nivel de ingreso determina quién puede viajar y anclar lejos. Salir “cuesta un ojo de la cara” y el libre tránsito prometido por el gobierno de la llamada “Cuarta Transformación” (4T) es una quimera. Las carreteras de cuota hoy están más caras que nunca y en mal estado, lo que encarece el costo del viaje con el alto precio de las comidas y los hospedajes.
Cuando los viajes son largos y las familias están integradas por cinco personas, una semana de vacaciones cuesta por lo menos 15 mil pesos, monto consumido por los aguinaldos y los pocos ahorros de los viajeros, que al terminar sus vacaciones deben enfrentarse a la penosa realidad: pedir prestado para la visita de los Reyes Magos y la Rosca de Reyes.
Es por todo esto que enero representa un mes en el que muchas familias mexicanas se ven en aprietos para satisfacer sus necesidades diarias; ya que en el año nuevo comienzan a asediar los impuestos, el alza de los servicios básicos, los gastos escolares y el pago de deudas al tendero, al montepío, etc.
Estos problemas son recurrentes en los trabajadores que perciben el salario mínimo, para quienes el disfrute de la vida también pasa restrictivamente. Sin embargo, tales “escapadas” a provincia representan la única diversión en un año; y como las necesidades, la rutina laboral y el estrés siempre están presentes, se sienten satisfechos por darse este “pequeño lujo”.