Desde la campaña presidencial de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), todos escuchamos en los medios de comunicación que decretó “el fin de la política neoliberal”, particularmente el de la política económica. La Presidenta actual, desde su campaña, manifestó construir el segundo piso del mismo gobierno, por lo que la consigna sigue en pie. Sin embargo, veremos que ese eslogan es pura demagogia pues, en los hechos, el gobierno de la 4T continúa con los principios básicos del neoliberalismo.

El neoliberalismo como sistema político-económico se introdujo en nuestro país, derivado de procesos económicos mundiales, a principios de la década de los 80, iniciando con los programas de ajuste de Miguel de la Madrid. Las razones para justificar el nuevo modelo económico radicaban en la necesidad de fortalecer la economía, misma que requería una menor participación del Estado en la conducción de ésta, porque estaba demostrado que el Estado no era capaz y que, con esta justificación, se concibía como un mero generador de las condiciones para que las empresas privadas prosperaran. Asimismo, se atacó el déficit fiscal mediante los recortes en el gasto público que iba dirigido a solucionar servicios básicos como educación, salud e infraestructura urbana en beneficio de la población. Entonces, el neoliberalismo implicó una reforma económica en beneficio de los ricos, donde el aparato estatal participa principalmente disminuyendo el gasto público para tales servicios. 

Durante el gobierno de AMLO, la situación económica no fue buena para los mexicanos, tanto por las decisiones tomadas desde la presidencia como por la crisis desatada por la pandemia. Miles de familias trabajadoras y de clase media perdieron sus empleos, negocios o patrimonio. Pero los que no solamente no perdieron, sino que salieron beneficiados, fueron los milmillonarios: sus fortunas crecieron de manera exponencial. Esto no sólo pasó en nuestro país, donde según la “Cuarta Transformación” (4T), el neoliberalismo es cosa del pasado, sino en todo el mundo.

A pesar de la situación antes descrita, el Estado mexicano aplicó recortes al gasto público. Año tras año, nos enteramos de que la educación, la vivienda, la salud y la infraestructura, sufrieron recortes justificados como ahorros. Por otro lado, vimos también cómo una gran cantidad de recursos se destinaban a las megaobras, que muy poco van a beneficiar a la población mexicana.

Asimismo, una característica que tuvo el gobierno obradorista, propia de un Estado neoliberal, fue su política de no tratar con grupos organizados, sólo con individuos; una relación del todo desigual, ¿qué es un Estado comparado con un ciudadano?

Ya en el nuevo sexenio, con apenas unos meses en el cargo, Claudia Sheinbaum ha creado un Consejo Asesor de Desarrollo Económico Regional y Relocalización, encabezado por Altagracia Gómez, quien es presidenta de Promotora Empresarial de Occidente (PEO). Este grupo empresarial tiene intereses en Minsa, una de las empresas del duopolio de la harina de maíz para tortilla, así como de Dina, empresa productora de autobuses y camiones y del banco Almer. Llama poderosamente la atención que un gobierno que difunde haber superado el neoliberalismo siga las recomendaciones del capital privado. Esto no solamente se ha reducido al sistema neoliberal, sino que ancla la economía del país a los intereses de una cúpula, antagónicos a los de los sectores populares. 

Una de las propuestas con las que dicho Consejo pretende la reactivación económica es el nearshoring, que da por existentes las ventajas por ser vecinos de la economía más grande del mundo. Este arreglo comercial consiste en que seamos proveedores de fuerza de trabajo a menor precio para las empresas, específicamente norteamericanas, que brindemos las facilidades económicas, legales y territoriales que éstas necesitan para obtener cuantiosas ganancias. Este tipo de arreglo no es nuevo, el país ya lo ha experimentado en ocasiones anteriores y no ha sido provechoso para la gran mayoría de los mexicanos.

Este Consejo asesor y toda la política económica de la 4T revelan que el neoliberalismo goza de cabal salud. Sigue pendiente la tarea de transformar el modelo económico, para lo que es necesario que la sociedad civil se organice en torno a un proyecto alternativo de país.