El crédito o deuda es una herramienta fundamental para el modo de producción capitalista porque contribuye al crecimiento de los capitales a nivel individual y social, impulsa la centralización de capital y, entre otras funciones, pospone o alarga la llegada de las crisis de sobreproducción. El crédito permite la transformación continua de las mercancías en dinero, que es utilizado para volver a comprar medios de trabajo, materias primas y pagar a los trabajadores, es decir, reinvertirlo en la producción y así continuar el ciclo de valorización del capital.

En el modo de producción capitalista, al trabajador se le paga por su jornada laboral equivalente a los recursos necesarios para reponer su fuerza de trabajo; es decir, lo necesario para reponer su desgaste físico y mental para seguir laborando. Sin embargo, este pago puede ser incluso menor, dependiendo de la correlación de fuerzas entre trabajadores y capitalistas. En el caso mexicano, donde los puestos de trabajo escasean y la fuerza de trabajo abunda, la ventaja está del lado de los patrones. Así, se da el caso de que la población en pobreza laboral puede cubrir sólo el 42 por ciento de la canasta básica alimentaria, con sus ingresos; en algunos estados, como Guerrero y Oaxaca, únicamente pueden adquirir una tercera parte (BBVA, 2024). Otras familias que sí pueden adquirir la canasta básica, no tienen los recursos suficientes para satisfacer las necesidades históricas que el modo de producción capitalista demanda: celular, computadora, Internet, electrodomésticos, etc. ¿De dónde se obtienen entonces los recursos para mantenerse en el día a día? Unas familias completan su gasto con los programas de transferencias monetarias del gobierno, otras, con deuda. 

De acuerdo con la Asociación de Bancos de México, el financiamiento de la banca comercial a los hogares mexicanos fue de 5.07 billones de pesos al final del tercer trimestre de 2023 (última fecha que se tiene registrada), esto es un crecimiento de 3.9 por ciento en términos reales respecto al mismo periodo del año anterior. Para dimensionar: si distribuyéramos la deuda de los hogares equitativamente entre todos los mexicanos, nos tocaría de 39 mil 150 pesos por persona. La Encuesta Nacional sobre Salud Financiera 2023 (Ensafi) muestra que el 36.2 por ciento de las personas de 18 años o más tiene algún tipo de deuda; de éstas, el 17.1 por ciento considera que su endeudamiento es “alto o excesivo”. 

Un artículo de Cerda-Guillén, Cruz-Aké y Martínez-Palacios (2024) mostró que, de los hogares endeudados, los de los deciles más pobres son los que tienen una mayor tasa de endeudamiento –que muestra la proporción de las deudas respecto al ingreso de los hogares– y una tasa menor de ahorro –ingreso corriente menos gasto corriente–. Por ejemplo, el decil más pobre (I) tiene un endeudamiento de 15 por ciento y su ahorro es negativo (-16 por ciento), puesto que sus egresos son mayores a sus ingresos. En cambio, el decil más rico (X) tiene un endeudamiento de 11 por ciento y un ahorro del 44 por ciento. Estas cifras muestran, en parte, que los hogares pobres con acceso a los préstamos los utilizan para completar sus gastos. En general, los mexicanos consideran que con un salario de 16 mil 421 pesos mensuales podrían cubrir sus gastos sin incurrir en deuda; 29.2 millones de trabajadores (49 por ciento) perciben menos de 15 mil pesos al mes (dos salarios mínimos). De la población encuestada en la Ensafi, el 30.5 por ciento dijo que no tuvo dinero suficiente para cubrir sus gastos sin endeudarse. 

Las deudas y la estabilidad financiera a futuro son causa de preocupación para las familias mexicanas: 36.9 por ciento de los encuestados en la Ensafi muestra un nivel alto de estrés financiero, el 34.9 manifestó haber experimentado algún malestar físico a causa del estrés (colitis, gastritis, dolor de cabeza o cambios en la presión arterial), el 52.7 dijo sentir poco o nada de tranquilidad respecto a sus ahorros y el 34.6 comentó no poder hacer nada, o casi nada, frente a algún gasto imprevisto.

Este panorama de alto endeudamiento por parte de las familias mexicanas nos muestra muchas cosas, entre ellas, que se debe exigir que se creen más empleos y que se aumente el salario a un nivel que cubra ampliamente las necesidades de los trabajadores para que éstos tengan una vida digna. Así también, que sólo un gobierno de la clase trabajadora puede modificar de raíz el sistema económico actual, que produce pobres, crea miseria e incrementa la riqueza de la clase capitalista.