Los bosques de oyamel (familia Pinaceae) constituyen un ecosistema que se desarrolla a una altitud de entre dos mil y tres mil 600 metros sobre el nivel del mar y se pueden encontrar en las zonas montañosas de México, siendo el Eje Neovolcánico Transversal su franja más continua, en donde domina Abies religiosa (oyamel o abeto sagrado). Sus bosques proveen servicios ecosistémicos y albergan una gran biodiversidad; de manera notable constituyen el único refugio invernal para la mariposa monarca (Danaus plexipus). Los oyameles se desarrollan óptimamente en lugares con precipitación superior a los mil mm. y temperaturas frías (entre 5° y 15°C). Sin embargo, como muchas otras especies, es susceptible al cambio climático, que se suma a otros problemas como la tala ilegal. ¿Cómo el cambio climático está afectando a las poblaciones de oyamel en México? Pues bien, en general, los árboles están estrechamente relacionados con el clima; esto influye en el tiempo meteorológico (en el periodo de un año) sobre su crecimiento; y se puede ver claramente en el tamaño radial de los anillos, cuanto más pequeños, mayor estrés sufrió el abeto. Ahora bien, ¿cuál es la consecuencia de que Abies religiosa se estrese?
Se dice que un árbol sufre de est¡”s cu’ndo enfrenta condiciones adversas para su funcionamiento óptimo, esto lo vuelve más vulnerable al ataque de plagas y enfermedades. México no ha escapado a los efectos del cambio climático mundial; esto se ha reflejado mediante eventos climáticos extremos como tormentas tropicales y sequías. Sequías severas y extremas frecuentes han afectado al Eje Neovolcánico Transversal, entre otras regiones, donde encontramos al abeto sagrado, principalmente desde 2018; esto ha provocado que los escarabajos descortezadores, que normalmente mantenían un balance aceptable en el ecosistema, se hayan reproducido más rápidamente, logrando debilitar, incluso matar, a los frágiles oyameles.
Una situación particular se puede observar en el estado de Hidalgo, donde investigadores y activistas ambientales han solicitado con urgencia un programa de contingencia ambiental para enfrentar las plagas de descortezadores forestales que, sólo en el periodo 2019-2023, afectaron más de seis mil hectáreas, como consecuencia de las graves sequías que enfrenta el estado. A este fenómeno se suman los incendios forestales, que se vuelven cada vez más recurrentes y agresivos.
Esta situación es bastante grave, ya que la muerte de los árboles en un bosque implica liberación de dióxido de carbono a la atmósfera, vulnerabilidad y riesgo para la biodiversidad que lo habita; además, la pérdida de bonos de carbono o pago de servicios ecosistémicos a las comunidades que los albergan.
La causa preponderante que permite el desarrollo de plagas es el cambio climático mundial. El Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC), en su sexto informe, afirmó que durante las últimas décadas se ha incrementado la frecuencia e intensidad de olas de calor, lluvias extremas y sequías siendo, sin lugar a dudas, las actividades humanas las responsables del calentamiento global; además, sentenció que, sin medidas drásticas, el calentamiento superará los 1.5°C antes de 2040. Los datos son concisos, el cambio climático es un fenómeno real y los bosques de oyamel, con toda su biodiversidad, otra de sus víctimas.