Célebre es, en la historia de la literatura argentina, la polémica entre dos grupos de escritores, todos pertenecientes a la vanguardia; de un lado estaban los integrantes del Florida, también conocido como Martín Fierro, por la revista en la que escribían; del otro, los integrantes de Boedo, que publicaban en la revista Claridad. Aunque en esencia ambos defendían la idea de una renovación en las letras, los primeros se limitaban a plantear una transformación en la literatura, mientras que los segundos enarbolaban la bandera de la creación literaria al servicio de la transformación revolucionaria de la sociedad. 

En La poesía Dialectal porteña. Versos Rantes (o versos lunfas) (1961), Álvaro Yunque pone su pluma al servicio de las causas populares, privilegiando sobre la ornamentada poesía académica el habla y la poesía popular argentina, con sus inconfundibles giros lingüísticos, el tango, el dialecto lunfardo; y retratando los arrabales donde habita la sufrida clase obrera de su patria, fuente de inspiración y destinataria de sus versos. Desde la forma hasta el contenido, Retruque a un poeta de Florida es una defensa apasionada de la poesía y el habla popular; escrito en verso octosílabo, es un bien logrado revire literario en el que rechaza la poesía destinada a las élites ilustradas, reivindica el “canyengue”, o lunfardo, como la forma en que se expresa el pueblo, que no requiere la aceptación de los letrados y es fruto de la colectividad. Su título puede entenderse en más de un sentido: ya como réplica, ya en sentido figurado, al movimiento de una bola de billar que regresa golpeando a la primera tras chocar con la banda. 

¿Pa´vos es una blasfemia

que yo afile versos rantes?

Seguí vos con tu Academia

yo me junto con Cervantes.

 

¿Vos le negás tu versada

A las chusmas del suburbio;

Vos sos un agua filtrada

Y ellos son arroyo turbio?

 

No esperaré que apadrines

nuestro canyengue, es bastardo;

vos seguí con tus latines,

yo me quedo en mi lunfardo.

 

Veremos, a fin de cuentas,

quién de los dos era el turro,

si vos con tus ornamentas

o si yo con mi champurro.

 

Ya alumbraremos la vida

si nos da fósforo el genio;

vos, poeta de Florida,

yo del arrabal porteño.

 

En Coplas a la poesía de la calle defiende su posición estética, decantada por el verso libre de trabas académicas y clichés metafóricos, que es al mismo tiempo la posición política de un poeta revolucionario, identificado al principio con el anarquismo, habiéndose integrado luego al Partido Comunista Argentino, opuesto a todo lo que considerara contrario a los intereses populares; su activa militancia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial lo llevó a la cárcel y al exilio. Su obra fue censurada y quemada en 1977 por la prolongada dictadura militar de su país, cuyo final no alcanzaría a ver.

 

Poesía de la calle,

cosa de todos, sin dueño;

yo te aprisiono un segundo,

sólo un segundo en mi verso.

 

Poesía de la calle,

torna a la calle de nuevo;

de todos sé y de ninguno,

como una ramera, verso.

 

El pueblo, ese anónimo y longevo organismo colectivo que tras cada catástrofe se regenera a sí mismo y es fuente creadora de todo bien es el único superviviente de la historia y discurre como un río interminable cuyo movimiento refleja Yunque en el poema Todo pasa:

 

Todo pasa: Glorias, muertes,

revoluciones, miserias,

líderes, credos, proclamas,

martirios, héroes, poetas,

odios, fracasos, victorias,

fes, entusiasmos, ideas,

desolaciones, tiranos,

hazañas, cruces, banderas,

maquinarias, tradiciones,

gritos, puños, sables, fechas,

ruegos, himnos... ¡Todo pasa!

Todo pasa, el pueblo queda.