El secreto detrás de los “silbatos de la muerte” de origen mesoamericano, conocidos por su sonido similar a un grito humano, fue revelado por neurocientíficos suizos. Estos silbatos, que datan de entre 1250 y 1521 d.C., tienen un diseño acústico que provoca respuestas emocionales negativas en el cerebro, como miedo o inquietud. El estudio, realizado por la Unidad de Neurociencia Cognitiva y Afectiva de la Universidad de Zúrich, desentrañó cómo sus características sonoras afectan al cerebro humano.
Los silbatos, elaborados en arcilla y con un tamaño de entre tres y cinco centímetros, se usaban en rituales dedicados a los dioses Mictlantecuhtli, señor del inframundo, y Ehecatl, dios del viento. También se empleaban en guerras para generar un impacto emocional en los oyentes.
El estudio investigó cómo el sonido de estos silbatos influía en la actividad cerebral de los participantes, combinando enfoques arqueológicos y psicoacústicos. Los científicos descubrieron que el sonido no sólo activa la corteza auditiva, sino que también desencadena respuestas emocionales negativas, como miedo, efecto que se debe a las cualidades sonoras del silbato, ya que simula un grito humano agudo.
A través de réplicas realizadas a partir de tomografías computarizadas de ejemplares del Museo Etnológico de Berlín, los investigadores confirmaron que el diseño interior de los silbatos incluye cámaras cerámicas que dirigen corrientes de aire para producir este sonido tan perturbador. Los voluntarios del estudio describieron el ruido como “aterrador” y “aversivo”.
El estudio también destacó que los pueblos originarios no sólo usaban los silbatos para rituales, sino para crear atmósferas místicas y representar conceptos míticos.