El título de esta colección de cuentos es el mismo de uno de los más de 100 relatos cortos que escribió Héctor Hugh Munro, autor británico nacido en Birmania en 1870 y muerto en Francia en 1916, en cuya carrera literaria destacó por el uso de los tres artificios más característicos del relato corto: la exageración, la contradicción y la culminación sorpresiva o inusitada. En la mayor parte de su obra Saki (seudónimo que en iranio equivale a copero), Munro cultivó el género de la fábula, razón por la que en sus cuentos abunda la presencia de animales como protagonistas secundarios.
En El contador de historias se da una de las muestras abundantes del uso de los tres recursos arriba enumerados: Bertha, el personaje central, es devorada por un lobo (a diferencia de La Caperucita Roja) y las tres especies animales que comparten con ella el mismo escenario actúan de manera extrapolada: los cerditos que la rodean comen flores; los colibrís cantan melodías populares de la región y los loros dicen cosas inteligentes e incluso novedosas en lugar de repetir las frases de siempre.
Otra muestra del uso de estos artilugios literarios de Saki se ofrece en el cuento El buey en el establo, cuyo principal protagonista es el pintor Eshley, de quien dice que el “punto decisivo que cambió su carrera artística” fue la confección de su extraordinario cuadro Un buey en un salón matinal de finales de otoño, que “fue una de las sensaciones y éxitos del siguiente Salón de París” y que cuando lo exhibió posteriormente en Munich “fue comprado por el gobierno bávaro en contra de las elevadas ofertas cárnicas.
“Desde aquel momento su éxito fue continuo y asegurado, y la Royal Academy se sintió agradecida, dos años después, de poder ofrecer a su gran lienzo Macacos destruyendo un tocador un lugar destacado en sus paredes… Eshley le regaló a Adela Pingsford un ejemplar nuevo de Israel Kalisch y un par de delicadas y floridas plantas de Madame André Blusset, pero entre ellos no ha habido nada parecido a una auténtica reconciliación”.
Munro fue autor de más de 20 colecciones de cuentos, género que lo hizo muy famoso en gran parte de Europa y del que en su tiempo fue considerado uno de los más grandes maestros a nivel mundial. Además escribió tres novelas y dos piezas de teatro; fue admirador del gran poeta persa Omar Jayyán –de cuyo poemario Rubayyat extrajo su seudónimo– y falleció en territorio francés mientras se desempeñaba como militar en uno de los frentes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).